lunes, 22 de octubre de 2007

El bostezo

Infinita tristeza la de mi corazón.

Tristeza Maleza - Manu Chao



Pues resulta que me fui a ver la peli del orfanato porque soy muy fan del cuerpo de Belén Rueda. Por eso y porque está rodada en mi pueblo y quería ver cómo les había quedado todo aquel asunto, después de todo nos cerraron la calle principal para rodar, con toda aquella gente mirando y ese caos circulatorio, quería saber si las molestias causadas habían merecido la pena.

Y el resultado final es que no. Claro que yo habia visto rodar en parte la escena más llamativa de la película que no detallaré aquí por respeto a cualquiera que llegue con ganas de verla. Así que yo ya sabía lo que iba a pasar, porque aunque mi cerebro no sea precisamente el Ferrari de Raikkonen, que se parece más al cerebro de Ron Dennis desgraciadamente, habría que haber estado más ciego de lo que estoy para no hilar parte de la escena.

Yo tengo un método infalible para medir las películas. Se miden ellas solas por el número de bostezos que me provocan. Así puedo afirmar que esta fue bastante mala, aunque no bostezara nunca con el cuerpo de Belén Rueda en pantalla. Claro que bostecé mucho más con "Los Otros", con la fama que tiene. Recuerdo aquel rato como una sucesión de bostezos, yo creo que de pocas no me quedé dormido. Es lo que tienen los tostones. Nos cuentan una historia nueva tirando de recursos ya vistos. No hacen películas, hacen collages. Parece que ya está todo inventado. Con lo terroríficas que resultan algunas carcajadas.

A mí me da más miedo, por ejemplo, el Carod Rovira. Que luego se anda preguntando porque los catalanes tienen tan mala prensa fuera de Catalonia. Y es que uno no puede ponerse a discutir por las nimiedades de un nombre pronunciado de tal o cual forma, aunque se tenga toda la razón, que eso no se lo voy a discutir. Y menos aún si uno se dedica a la política, que es uno de esos trabajos que no querría nadie con mucho aprecio por la honestidad, pues tarde o temprano el poder corrompe. Quita la careta, apuntó uno, muestra a la persona tal como es. Que se lo digan al pobre Plá, que era una persona más bien simple, y que quizá por su simpleza se ha visto inmerso en un embolado tremendo a cuenta de unas facturas de 78000 eurillos, calderilla si la casa quedó de figurar en un catálogo. Porque en el fondo esas facturas se pagan solo si es necesario y de poder cuanto más tarde.

Carod prefiere discutir sobre el nombre de pila que le puso su madre y su padre antes que en ahondar en cuestiones más espinosas y en las que recibiría menos respaldo. Su reunión con ETA, por ejemplo, para crear un estado excepcional en el inmenso mapa donde los asesinos pueden matar.

Carod da un poco de miedo, habla el castellano como si hablara el catalán, y busca enfrentamiento porque en el enfrentamiento están más juntos. Es Asterix con una poción de reproches.


Hoy regresé a casa. Mañana vuelvo a trabajar tras unas vacaciones, cortas como lo son todas. Pero me sirvieron para desconectar, para estar a gusto con los míos. Para salir a comer y a cenar casi todos los días, incluso salí una noche hasta la madrugada, y coincidí con una amiga que no veía desde hace 7 años y que trabajó conmigo cerca de un año, en el mismo sitio, aunque con tareas distintas.

Volví desde Santander en autobús y a la altura de San Vicente de la Barquera me pareció ver abajo, apurando un cigarrillo, a Carod Rovira. Yo sospecho que era él, porque tiene cara de fumador. La verdad es que puede ser que me equivoque. Porque el conductor esperó a recogerlo y cuando pasó por mi lado todo él olía a tabaco como si lo hubiera subido el cigarro y se hubiera quedado el hombre en tierra, y mantengo que de ser él, Josep Lluís Carod Rovira, cualquiera habría salido atropelladamente por dejarlo humeante y sorprendido, y esto es general a todos los políticos. Menudo disfrute verlos braceando por perder nuestro autocar. Aunque debo estar loco. Esa gente no viaja en bus. Les llevan en limusina, con las banderitas cortando el viento.

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