miércoles, 13 de junio de 2012

La lentilla

Tan sólo en mi ojo derecho. 

La Hormiguita - Juan Luis Guerra



Vaya por delante que han encontrado el reloj de Nadal. Lo hurtó un empleado del hotel con nocturnidad y mientras Rafael, que diría su tío Toni, dormía. Juraría que lo había dejado en la mesita de noche al acostarme. 300.000 euros, casi nada... Cuentan que pesa 20 gramos, lo mismo que cada una de mis pestañas.

Hablando de pestañas hablaría de ojos, y puestos, de los que me son más cercanos, los míos. Que vuelven a ser miopes, menuda noticia,  pero que tienen la particularidad única de perder las lentes según las reciben. Lentes de contacto, digo, última generación entre las desechables, confeccionadas con no se qué gel que irrita los iris lo justo y sin ir más allá. Claro que siendo universalmente aceptadas no están diseñadas para mis ojos, que son traicioneros y juegan al escondite con lo que les des. De hecho está comprobado en al menos uno de los dos ojos. Yo, con la lente en el dedo, tras tantísimos años de mala práctica, y cuando la lanzo feroz contra el cristalino esta se incrusta y más tarde desaparece. ¿Dónde te has metido y que vienen ahora estas molestias? Mi ojo no está mirando a través de ella, las dos dioptrías y pico están listas, tal cuál han degenerado mi propio ojo. No hay trampa ni cartón, es magia. La lentilla ha desaparecido, ni por aquí ni por allá, no está en el dedo, aparentemente no, o quizá sí, yo diría que detrás del ojo, para que mire mejor hacia el interior, supongo. Para que me conozca más.

Y así he pasado el día. Tuve que volver a las gafas, pero de aquella lentilla nada más se supo. Juro que la he buscado en la pila y por el suelo del baño. Sin noticias. Quizá me despierte en la noche con ella puesta. Y crea por un instante que el problema del enfoque se resolvió, como me ocurrió hace un montón de años, al día siguiente de operarme. Puede que por el contrario se vuelva un cristal afilado y rebane el ojo en dos mitades, justamente dos noches después de que a Nadal le birlaran el reloj mientras dormía. O puede que quede como un misterio irresoluble tipo Cuarto Milenio, como los Ovnis de la CIA o las caras de Belmez. Probablemente mi cuerpo la haya asimilado o absorbido. Están hechas al 95% de agua según creo, como nosotros que somos agua principalmente. Agua más agua, charco charcazo.

1 comentario:

A N A D O U N I dijo...

Apareció en el ojo al tomar tierra. fue algo curioso e inesperado. dos días más tarde. puse SMS a los de la oficina para que se quedarán tranquilos.