lunes, 6 de abril de 2009

Este Pepe

Podría engañarte si se me diera mentir.

No puedo enamorarme de ti - Joaquín Sabina



No voy a hablar del PP. No tengo ninguna gana de meterme en ese lodazal.

Prefiero hablar de nuestro Pepe, el del Popular. Que lo mismo te vende un azulejo que una cuenta opaca para Hacienda (en los tiempos en que Hacienda no tenía rayos X).

Dice el fulano que ya tenía ganas de que lo pescaran. Vamos que no es que se entregara a la policía, no nos cree tan tontos como para que tragáramos tanto, pero que sí sentía en el pecho la llamada de la patria, y tenía el corazón compungido de un cierto remordimiento, o quizá era hambre, a juzgar por su perfil glotón.

El caso es que el fulano, que ya era un mandamás de los azulejos allá por México, más o menos como Isabel Preysler aquí, no quiso renunciar a visitar Estados Unidos para una feria azulejera, donde de seguro haría un millón de clientes más, o quizá tan solo 300, trescientos serán suficientes.

Claro que al tipo le falta un dedo, y esto hizo sospechar a las autoridades americanas que son las mismas que le habían de proporcionar el visado. Y si fueron capaces de crear Guantánamo saltándose todas las normas internacionales a la torera, como no van a sospechar de un fulano con nueve dedos visibles, los de las manos, en vez de los 10 reglamentarios. Lo mismo que si fuera tuerto y los mirara mal con el ojo gris perla. Es conocido que la sagacidad de los americanos les lleva a preguntar a los que visitan el país aquello de si como visitante lleve entre sus planes atentar contra el presidente a borde del Air Force One o de cualquier otro medio de locomoción que la prudencia aconseje.

Y es que uno puede ser un asesino potencial, pero no tiene porque ser además un mentiroso. Sería tener demasiadas taras.

Pues bien, volvamos al bueno de Pepe, que ya barrunta que puede que le terminen cogiendo 18 años después de mangar la pasta y ponerse a correr. Apenas quedaban 2 añitos para que los delitos prescribieran, porque los delitos prescriben obviamente, pues hay que reconocer el mérito al evadido, si está tanto tanto tiempo sin que su camino se cruce con nosotros, un, dos tres, escondite inglés, entonces lo olvidamos y seguimos como si no hubiera pasado nada.

A punto de librarse el bueno de Pepe y resulta que le abordan 60 boinas verdes americanos. Con lo poca cosa que es y lo muy mayor que está. Vamos lo mismito que el día en que los portugueses cayeron encima del espantajo solitario.

Ambos se vieron de repente liberados (interiormente en la misma medida que presos exteriormente).

Soy yo, y una vez reducido le doy una ostia.

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