sábado, 8 de noviembre de 2014

Acusaciones infundadas

Es lo mismo ser derecho que traidor.

Cambalache - Julio Sosa




Pues  al final nos va a costar hacer santa a la Infanta. No sé que opina sobre el tema la santa sede. La verdad es que se las están haciendo pasar putas,  con todos estos pormenores y detalles sin importancia de Aizoon. Si lo que ocurre es que no les gusta el nombre se lo cambiamos. ¿La procesarían si la empresa se llamara por ejemplo,  Urdanganada? ¿No se vería así perfectamente claro que ella no tuvo nada que ver? Que es cosa de Urdanga,  que es un amor, y que ella ganar, lo que se dice ganar no ganó nada. Un palacete en Pedralbes que habría podido pagar juntando la nómina de La Caixa durante 200 años, que uno dirá que es que le pagan muy poco, aunque conviene no engañarse, para lo que hace una verdadera fortuna. Ojalá todos los hombres fueran como el bueno de Horrach, al que no hubo que explicarle mucho que la Infanta está libre de cualquier culpa que no sea la de querer con el corazón, y eso tampoco es culpa de ella, sino de Cupido, al que habría que detener y procesar por liante. Que nunca en la historia se dio que el fiscal deje de ser fiscal y se convierta en abogado principal, mucho más diligente que el titular, pues ahí han puesto a Horrach, que es un innovador, pionero en llevar la labor del ministerio público donde nadie hubiera imaginado. Es el amigo que esta a las uvas y las maduras. Un sueño de amigo. Y si en el camino puede echar un poco de mierda sobre ese juez Castro, inquisidor,  pues adelante, que no se diga que puestos en faena vamos a ahorrar entusiasmo. Para Horrach está claro que el tema fue culpa de Torres y de su mujer, que no es una santa, se ponga como se ponga el Vaticano, y puede que colateralmente culpa de Urdangarin, que no sabía bien dónde se metía. ¡Ay, alma de cántaro, si en ese mar había tiburones! Si lo mejor que ha hecho en la vida es pegar balonazos al portero adversario cómo va a saber él nada de fraudes fiscales o blanqueo de capitales, si ni siquiera tiene todos los dientes empastados. El se dejaba hacer porque como es alto sale bien en las fotos. Pedro Horrach lo entendió a la primera. Pero si por un momento nos ponemos en lo peor y este paisano,  asesor internacional de primer orden en las empresas más punteras del país,  no es tan zoquete como aparenta,  poniéndonos en que estaba al corriente del choriceo reinante ¿tendrá alguna responsabilidad la Infanta de España?
Pues ahora otros jueces distintos al tal  Castro, que tiene el demonio dentro, parece que creen que sí. Pero no en todo,  solamente en fraude fiscal, que como ya aclaré es sensiblemente negativo aunque da caché. Por si acaso ya le han vaciado la mochila del blanqueo de capitales,  que tiene unas penas más SEVERAS (si entretanto no las cambian). Además la cosa se ha sopesado concienzudamente, por fraude a la Hacienda que somos los demás y sin acusación del fiscal todo queda en nada, no prospera con la acusación particular solamente. Y en esto la fiscalía y el abogado del Estado van de la mano, son un matrimonio sin fisuras. No busques que no hay nada. Y si lo hubiera con no acusar arreglado. Es lo que se llama la doctrina Botín, y si valió para un muerto como no para la hermana del rey.
Yo de todos modos si fuera el abogado de Cristina de Borbón ya tendría una explicación por si las moscas. No vaya ahora a resultar que la quieren de chivo expiatorio. Resulta que a Urdanga le pone,  fíjate tu que cosa tan rara, verme firmar papeles en el momento del clímax sexual,  y como quiera que mi cliente un poco solidariamente,  y otro poco por no quedar a medias,  se esfuerza en llegar al tiempo,  así al unísono,  como un equipo,  no le alcanza a poder leer todo lo que firma. De manera que para cuando acaban la cama está rodeada de papeles. ¿Hay algo malo en querer de esa manera? ¿No es cierto que es la labor primordial a la que mi cliente está por su condición obligada? A proponer futuribles monarcas para este chiste que es España.
En realidad ella no sabe,  le ocurre lo mismo que cuando enciende el ordenador en el despacho que le puso La Caixa. Pero para qué preguntar. Cada persona es un mundo.
Lo malo de todo,  el tufo que desprende esto de que todos somos iguales ante la ley,  es que si le hubieran encontrado material pedófilo en el ordenador no sería culpa de ella. Sería del crío, por estar tan bueno.

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