sábado, 1 de noviembre de 2014

El poli loco

El cuarto viene después.

Morena mía - Miguel Bosé


Hace unos días circulaba con mi bici por la ciudad de Valencia, ¿he contado que me he congraciado con la ciudad por sus muchos carriles bici y por su bien bonito cauce del río? Y en esas estaba cuando me cruzo por una acera con un policía local, que al ser rebasado se refiere a mí: 

-Joven, joven- me dice.

Y es porque se refiere a mí en estos términos que me paro. Lo que me dijo luego, ya con el pie a tierra, me gusta menos. Me cuenta algo que yo ya sospechaba, que no puedo ir en bici por la acera,  y me hace el gesto de caminar con los dedos. A lo que yo opongo que voy muy despacio, de hecho soy incapaz de ir rápido por una evidente falta de desarrollo en mi tren inferior, hablo de las piernas exclusivamente, pero no lo convenzo y me toca hacer el paripé de recorrer 100 metros junto a la bici.  Cómo si estuviera en posición de alcanzarme si llego a ignorarlo y alejarme tranquilamente. Pero hasta dónde yo sé,  que es hasta hoy, soy un hombre de bien y como tal me comporto. Aquel día de teatrillo hasta llegar a una calle en el sentido de la marcha, donde me uno a la circulación motorizada.

No negaré que me sentí tentado de decirle que si no tiene ninguna redada que hacer en el Consell o la Generalitat. Es seguro que muchos chorizos escapan todavía. Claro que el escrutinio con los ciclistas que ruedan a 4 kilómetros por hora es mayor. Se nos tiene más controlados,  no vayamos a pisarle a la alcaldesa un juanete.

La mayor es preguntarse de que café saldría el fulano en cuestión, hacía que cafetería irá. Se le veía aburrido sin tener la prensa delante.

Las cafeterías tienen más seguridad que los bancos. Allí se juntan Patrol incluido todas las fuerzas de seguridad del Estado. Con una excepción,  que la chusma soberana se quiera manifestar frente al Congreso de los de Diputados.

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