domingo, 23 de septiembre de 2007

De reyes y vasallos

Vengo de la playa. Nos ha salido un sol espléndido. Este Septiembre les está enseñando a Julio y a Agosto como debe ser un verano.

Por eso llama la atención que esté rojo de contento y rojo de moreno al tiempo que en Andalucía y en Valencia están reforzando los paraguas para que no se rompan de tanta agua. Yo creo que no tiene nada que ver lo del efecto climático que nos contaban, parece que eso es un cuento como lo fue el efecto 2000, que sirvió para que unos cuantos audaces se hicieran muy ricos con remedios caseros y exclusivos. Decían que volveríamos a la edad de piedra y entramos en el 2000 sin tener que cuestionar un solo paso del camino.

Más que el efecto climático que todo lo desbarata yo creo que, simplemente vivimos, el mundo al revés. Conste aquí que no le tengo ninguna antipatía al rey, que es un hombre campechano con esa forma de hablar tan embriagada y esa forma de leer los discursos tan mal, que uno comprende enseguida, no escribe ninguno. Lee el consenso de un gabinete que no da una puntada sin hilo. Que vienen a decir siempre lo mismo, todo muy institucional y muy sobre seguro. Tan distintos por ejemplo a George W. que ameniza los sábados, por lo que leí, con alguno de sus desvaríos a golpe de transistor. Una charla semanal, oiga. Y es que tanto desatino seguido termina fidelizando hasta al oyente menos entusiasta.

Y quizá el hombre, el nuestro, no tenga más que dos debilidades, que son pocas; las mujeres y abatir osos. O eso cuentan los murmuradores, los que están en el tomate y van de aquí a allá con la lengua fuera.

Y ambas cosas fueron siempre disimuladas por nuestros servicios secretos que son más eficaces que los plasmados por Ibañez, aunque también más antipáticos. Y no conviene olvidar que jugó un papel fundamental en la historia de España, allá cuando los uniformados querían volver a mandar, puesto que para eso llevaban las armas.

Por eso yo no le encuentro mucho sentido al hecho de que un fulano decida entre los vítores de los otros incendiar una foto de la pareja, rey y reina. Pues a ella todavía no le encontramos tacha alguna, y son muchos años. Y él es discreto a su modo motociclista, y tan mediano en todo como podría ser cualquiera. Incluso yo.


Sin embargo también diré que esa figura de sangre azul, tratada a golpe de reverencia y que no demostró apenas cualidad reseñable no me despierta una especial simpatía, y quizá sea así por todo lo que la envuelve, con toda esa familia creciente, a la que ha llegado Letizia, trapecista hasta la cumbre. Que están poblando España de españoles de sangre real para que no baje el índice de natalidad. Puesto que a ellos las hipotecas y demás preocupaciones mundanas no les llegan ni en forma de noticias. Y por si fuera poco todos esos viajes y cumbres alpinas despiertan a mi yo más envidioso. Aunque los yates y las regatas me vayan sobrando. Me precio de ser uno de los pocos capaces de llegar al mareo tan solo viéndolos atracados en puerto. Con ese meneo breve pero incesante.

Sin embargo leo que la Audiencia Nacional ha dejado en libertad con cargos al chaval que prendió fuego a una foto de los reyes. Que la fiscalía pedía una fianza de 10.000 €. Que se enfrentará a dos años de cárcel. Y es entonces cuando me digo que estamos perdiendo el norte, o lo están perdiendo nuestros togados. No es raro, se les acumulan los frentes, siguen adelante en su persecución de los caricaturistas que dibujan al príncipito, se hizo mayor ya, y a Letizia, que esperaba más respeto, por ser quién es, por estar con quien está. Ya dije que a mí estas cosas me recuerdan a los musulmanes exaltados contra Salman Rushdie, a los radicales que vociferaban a muerte por las caricaturas de Mahoma, que es intocable.

Ahora medio centenar de personas queman fotos de los reyes a cara descubierta. Y mañana puede que sean dos centenares. ¿Qué es lo que harán? ¿Los procesarán a todos por quemar papel?

Mientras tanto se libera en otra parte de Cataluña a un violador múltiple. Al que se le levanta el ánimo tan solo con coacción de por medio, esto es casi seguro. Los expertos dicen que no está rehabilitado y que hay muchas posibilidades de que vuelva a delinquir, que en este caso no es quemar fotos, es violar a mujeres. Lo hizo antes, en 16 casos probados.


Ya digo, vivimos el mundo al revés. Llueve donde hacía sol antes, solea por suerte donde cuentan que tenía que llover, aunque desde siempre llueva menos de lo que dicen. A unos los quieren encerrar por proteger una figura que no requiere de esa protección y a otro liberar pese a la sospecha de tener la pistola cargada. Los 311 años se quedaron en unos pocos. Para uno quieren cárcel para que no queme más fotos ¿lograrán rehabilitarlo? Para el otro, la calle con una recomendación, no hagas nada malo, por lo que más quieras no violes más.

Es lo que hay. Alguno dirá que no se puede objetar nada, está escrito en la ley. Ley para unos y para otros en función de quién se es y de qué se quiere proteger. Pero blandir la ley en este caso es lo mismo que resaltar en fluorescente el texto de un trovador medieval. Con una diferencia, al menos una de las dos podemos cambiarla.

Lástima que estos políticos nuestros sean unos incapaces formidables. De patio de colegio, a la hora de escoger jugadores para un partidillo de fútbol no sabrían ponerse de acuerdo ni siquiera en como empezar los turnos. Se irían los veinte minutos discutiendo para nada.

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