martes, 15 de enero de 2008

Alonso

Y renombrar el color que la vida me enseña.

Debo - Silvio Rodríguez



Estuve leyendo la edición digital de los periódicos ahora que todavía es gratis. Ya vendrá la SGAE para cobrarnos un canon. Y no digo que esté mal que quieran enriquecerse. Todos quieren,¿por qué van a ser distintos?

Ocurre que de estos de la SGAE la plebe no conoce más que a unos cuántos chupópteros a los que no se les conoce talento ninguno, y que aparecen porque han alcanzado de algún modo un puesto de los de rótulo en la puerta del despacho. Y a esos otros que se llaman artistas porque los artistas lo son toda la vida, como los políticos, pero distintos. Pues quien ha sido artista, aunque haya sido hace mucho se le concede el beneficio de la duda. Y siempre se le otorga la posibilidad aunque remota de volver por sus antiguos fueros. Pero la verdad es que la mayor parte de los que combaten ferozmente por gravar con recargos "lo que sea" son artistas de los que ni llenan estadios ni un local para un acústico tan siquiera. De manera que no quieren cobrar por lo que se les arrebata a ellos directamente mediante la copia compulsiva, sino que reclaman lo que se les distrae a los que de verdad venden y que por norma general no suelen decir ni pío.

Un ejemplo de ello será el bueno de Ramoncín, al que como veis no me he resistido a citar de nuevo. Y para completar del todo, el que meaba desde lo alto de los escenarios a la chusma. Aunque no me voy a entretener más con esto porque al final va a parecer que este muchacho es mi antihéroe, y no lo es. El mío, hasta hoy es Angel Acebes. Que es verlo con ese discurso cadencioso y generalmente embustero y se me ponen unas ganas tremendas de emigrar a otro país, con menos Zaplanas y con menos Acebes.

Aunque eso sea imposible. Ocurre que allí son los mismos pero se llaman de otra manera.


Pero me estoy desviando de lo que quería contar. Vengo de leer la prensa y me acabo de enterar de que Fernando Alonso ha barrido a sus colegas en el circuito de Jerez. El chaval iba con el carro del año pasado, que era algo así como una tostadora con ruedas. Eso sí, sin las ayudas electrónicas que por lo que se ve deceleraban el coche. Así que se ha puesto manos a la obra y ha dejado atrás al formidable Pedro de la Rosa, que retrató el gran poder del Banco Santander en la escudería McClaren, que mira que insistieron como segundo patrocinador del equipo:

-Queremos a De la Rosa como segundo piloto. Elegid primero a Hamilton si queréis. Aunque resulte tan irritante, pero dejad el segundo volante a Pedro. ¡Pedrooooo! que gritaba Penélope.

Después de todo estaban sufragando con un montón de millones el letrero del alerón posterior de la flecha de plata. Y Ron Dennis dice que sí con la cabeza. Lo ha atendido todo y lo ha entendido todo, así que le da el volante a un finlandés que se llama Heikki Kovalainen y les dice:

-¿No queréis abrir oficinas en Finlandia?

Y los del Santander, que son muy grandes y muy expansivos dicen. Bueno, pues abriremos en Finlandia.

Claro que ahora se han convertido en la competencia. En este instante casi nadie de los de posibles quiere comprar un Mercedes, prefieren por goleada comprar un BMW, que resulta menos polémico y más favorable a los intereses patrios. A ver quién es el guapo que abre una libreta de ahorro en el Santander este año. Porque los paisanos de este país no ven con buenos ojos, en su mayoría, al padre de Hamilton. Y lo peor es que la culpa no es suya. Que si gana Louis ya están las cámaras buscándole: ¿dónde coño se ha metido el tío ese?

Pero bueno, a lo que iba. A Fernando, por el que he desarrollado una afinidad personal después de conocer que no es el típico "festerín" al estilo de Ronaldinho, que está muy dispuesto a enseñarle a cualquier rubia el tamaño exacto de sus palas mientras hace el gestito con la mano, le dio por correr y ha terminado haciendo el mejor tiempo.

Todavía no tiene el coche nuevo y ya está dando que pensar a Ron Dennis. Menudo lío este año con los reglajes.

A ver si Botín tenía razón. La pareja buena es Alonso - De la Rosa.

Y las corbatas rojas siempre.

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