martes, 12 de agosto de 2008

Las estrellas

Media persona en el mundo.

Completo incompleto - Jarabe de Palo



Acabo de hablar por teléfono con Sestea para decirle que igual me pongo un tatuaje con forma de estrella por cada medalla que gane Michael Phelps en los Juegos. Ella me dice que haría mejor en ganarlas por mí mismo, pero desde aquí lo tengo realmente difícil.

Y conste que si yo fuera ese muchacho ganaría tantas o más de las que gana. Porque yo no soy de los se echa al agua para nada, que raramente me he visto doblado por nadie a mitad de largo, a no ser que me estén haciendo la vida imposible los calambres en los pies, que son como pinzas dando una vuelta de tuerca a cada brazada.

En verdad que a mí no se me puede exigir que corra el atletismo como toda esa gente tan bien dotada, con aquellas piernas como jamones, pues si bien es cierto que nunca me he llevado hasta el máximo de mis posibilidades, que en aquellas carreras contra el crono en la gimnasia de joven no me exprimía al máximo, por razones obvias, no había ningún orgullo en ser el más rápido entre los cuarenta y tantos, y si lo había ya me diréis de que le sirvió a aquel chaval, cómo se llame, que tengo su perfil afilado vivo en el recuerdo, como si fuera hoy, y no lo he visto entre los deportistas desplazados a Beijing. Que seguro que fue perdiendo esa velocidad a la vez que el pelo en el drama que es la vida, de perder cada día un poco, hasta que uno se vuelve incapaz de hacer lo que antes hacía.

Lo bueno de no destacar radica en que la pérdida de aptitudes se da imperceptiblemente. De una forma sorda y sin conocimiento.

Yo no puedo correr muy rápido porque ya confesé que tengo las piernas dobladas como haciendo un paréntesis, no me duele reconocerlo. ¿Acaso Raúl es rápido? Pues no, tiene olfato para el gol, como yo si me hubiera dado por el fútbol. ¿Acaso Rivaldo era raudo en carrera antes de hacerse viejo? Pues tampoco, pero se ponía con las patas dobladas y los brazos en jarra dispuesto a meter el gol por la misma escuadra. Como yo, si hubiera aprendido a golpear el balón.

Yo tengo las piernas dobladas y un poco escuchimizadas, aunque esté feo que yo lo diga. Es un secreto a voces que alguien tenía que sacar a colación. Mejor así que dar rodeos, como queriendo evitar mencionarlo. Ya hay bastantes tabúes y ellas bastante tienen con desplazarme a todas partes a un ritmo razonable. No las calumniemos si no es estrictamente necesario.

Después de todo me han aceptado como soy a cambio de que yo las aceptara a regañadientes.

Sin embargo me queda la lástima de sospechar que si mis piernas no fueran así, tal vez estaría batiéndole los récords a Michael Phelps, pues si bien es seguro que mi entrenamiento no dispone de los medios ni de la convicción del de él, hay que razonar que está todo muy relacionado. Vaya, que no es lo mismo meterse en la piscina con un bañador de playa que con el neopreno Speedo que resbala en contacto con el agua.

Sospecho que con él puesto hasta las piernas se habrían decidido a crecer (rectas). Y yo iría por la vida haciéndome los dichosos tatuajes en vez de contando mis intenciones.

Aunque con mi edad habría que ser valiente...

Que del dicho al hecho...

No hay comentarios: