viernes, 3 de febrero de 2006

Cucañas

La microcadena, que apenas cuenta un mes desde desembalada, se ha estropeado y por lo que parece salvo que le meta mano un técnico lo va a estar "pa" siempre. Es curioso, hasta que se estropeó en la tarde de anteayer yo no hubiera podido jurar que algo que funciona lo dejara de hacer simplemente porque sí. Siempre se encuentra alguna razón, que si se cayó, que si fue golpeada, que si se vertió algo encima... Pero no, en esta ocasión y que me experiencia sirva para quien cree sus cosas a salvo, el aparato dejó de funcionar sin más. Es curioso. Escuchaba a Ismael Serrano que podrá gustar o no, pero no es culpable de estropear equipos de música y de repente comenzó un ruidillo extraño, como un bombeo por uno de los altavoces, leve aunque molesto. Eran los estertores del aparato, su renuncia a seguir siendo lo que era, a seguir con aquello para lo que había sido fabricado. Tras el zumbido dejó de leer los cd´s. Lo mismo que si los depositaras sobre la lavadora (acaso la lavadora encendida hiciera más ruido). Es curioso, el aparato hacía por leer y en su pantalla azulona en perfecto inglés "READ", intermitente como una advertencia, pero se terminaba dando por vencido al poco, rendido con un "NO DISC" definitivo. A mí ver aquel intento siempre en vano me recordaba el juego aquel de niños que llamábamos, no sé bien porque, "golpear la cucaña". Alguien se tapaba los ojos y con un palo intentaba golpear una bolsa suspendida de un cordel por encima de su cabeza. El caso es que el jugador podía tocar en algún momento la bolsa, pero esta se bamboleaba y pronto desaparecía dos pasos más allá por el impulso del palo. El juego era acertarla de lleno para que cayera todo su contenido. Entonces mirones y jugador se lanzaban a recoger lo que fuera que aquello llevara dentro (muchas veces chucherías y harina para ponerse limpio). Yo sé que algunos niños la golpeaban accidentalmente sin derribarla y tardaban mucho en volverla a encontrar, se desesperaban y terminaban quitándose la venda diciendo rabiosos "No está", hartos porque creyeran estar haciendo el ridículo (que miedo le tuvimos siempre). En verdad el niño sabía que la cucaña estaba en alguna parte, la había tocado pero prefería olvidar la prueba irrefutable, el peso de aquella contra su palo hace unos minutos, y seguir danzando a ciegas con una declaración que era una bandera blanca: - "No está" -

la cucaña no está aunque yo haya sabido que estaba, no está porque no la encuentro.


La microcadena tarda ahora más. Su pantalla se ilumina "READ" durante más tiempo, como si supiera que hay algo depositado sobre el lector, como si tuviera la certeza de que algo hay, aunque no sepa qué. Los cd's se le han vuelto todos de idioma extranjero, ya no los entiende, ni los discos de audio de pocas pistas ni los abarrotados en música formato MP3. Le son extraños. Mira y remira, demasiado costosos de descifrar, prefiere como un niño renunciar negando la evidencia, "NO DISC".

Esa cadena que apenas tiene 30 días me acompañó muchas noches de hostal cuando buscaba donde meter mis bártulos con afán de permanencia. Hizo mis horas mucho más livianas. Me dormí muchas noches mecido por la banda sonora de Amelie que es música alegre y cálida. Ahora a pesar de estar en garantía, su reparación donde toca queda lejos, y uno no sabe si arreglarla donde sea atendiendo lo que cueste o comprar otra para hacer valer la nueva factura si es que, estas cosas pasan, sucede a veces, algo se le estropea sin que nadie o nada lo provocara, sin cansancio; simplemente en pleno rodaje deja de funcionar.

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