viernes, 10 de febrero de 2006

Los resultados

Ayer me llegaron los resultados al reconocimiento médico. Estoy fabulosamente sano. Eso reflejan entre tanto número para llegar a una conclusión: El riesgo de que sufra un infarto en los próximos diez años es: ... BAJO (casi se me produce una trombosis con el suspense). Y el riesgo de una trombosis es: ... BAJO (a puntito de infarto de miocardio en la lectura).

Ese es el resultado, que me queda mucha tela por cortar. Se podría decir que mis resultados no han sido solamente buenos, han sido óptimos. Ni adrede habría podido mejorarlos. Ese es mi talento, en los exámenes médicos arrojo resultados dignos de aplauso, y lo mejor de todo es que lo logro sin pretenderlo, al contrario, casi me presto a ello con desgana. Me quito la camisa, dejo que me extraigan la sangre mirando hacia el tendido, como el buen torero, como Laudrup que era un futbolista extraordinario. Pero ni siquiera me concentro, no repito en mi cabeza: "Que todo vaya bien, que el mililitro que sale de mi cuerpo ahora sea el mejor de cuantos me recorren de arriba abajo (envíemos las plaquetas y leucocitos mejor dotados). Que mi oído hoy esté fino como el del murciélago a punto de aletear para salir de caza". Podría desearlo con todas mis fuerzas con el propósito de brillar (impresionar a todos esos médicos en peor forma que yo). Un mérito entre tanto demérito. Que alguien se reverenciara al comprobar mis resultados diciendo: "Ahí hay alguien sano". Intentar que mis pulmones sean la referencia positiva que asustará al fumador al comprobar la podredumbre dentro de su cuerpo. Pero nada de eso, solamente me presenté e hice lo que me mandaron, lo que hubiera servido de excusa si algo hubiera salido mal, pero no. Todo fue a las mil maravillas. Cuando salí Oviedo se sorprendía con una nieve fina, agua nieve me dijeron que era. Pero no mojaba, caían motas blancas y desaparecían.

He obtenido unos resultados de causar estupefacción con una sola pega. El dichoso colesterol malo, y no es que me pasé ni mucho menos que tengo más de dos decenas de margen hasta el límite superior (139 no es para preocuparse). Pero supongo que a la larga será algo que deba revisar. Sobretodo ahora que entiendo que debo modificar en algo mis hábitos alimenticios (gracias que las pruebas me las hicieron hace dos semanas). Esto demuestra dos cosas uno, algo que yo ya conocía, la vida son apenas unas instantáneas en que nada permanece invariable (hoy mis resultados quizá no fueran tan estupendos), y dos me voy haciendo mayor (aunque los años no pasan en balde).



No diré que últimamente he reparado en que vivo solo porque es una obviedad, pero si es cierto que en estos días se me ha hecho patente. Cuando fui a salir de la ducha y no encontré la toalla allí donde debía estar colgada. Simplemente la había echado a lavar y no recordé reponerla. Tengo voz para pedir pero no oídos que escuchen. Debo emprender cada cosa, desde las más menudas por mi mismo.


Pero me he sentido a la vez afortunado, cuando en lo más temprano acudo hacia el trabajo, apenas clareando el día y oigo las gaviotas, y las veo allá cerca. Hoy me llamó mi amigo Fermín y estuvimos riendo un rato. Luego Pablo y José Vicente que quieren comprar un dominio para la empresa que habríamos montado juntos. Yo les he dejado solos, pero son mayorcitos, tienen lo más importante la materia prima, su trabajo y talento; y por si esto fuera poco les di el nombre: Dekeweb?

Lo demás nos vendrá rodado.

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