domingo, 10 de febrero de 2008

9 de Julio 2005

Los días sin ti.

Moscas en la casa - Shakira



Coincido esta mañana con Su. Ella me añadió a sus contactos de Messenger porque buscaba a Properio, y yo ya no me llamo así. Pero conservo el nombre desde hace muchos años, tantos que según me dice Microsoft estoy entre los miembros valiosos de hotmail.

Ya me he encontrado alguna vez que alguien desconocido me añade a sus contactos. Y lo habitual ha sido siempre enviarlos directamente a los contactos indeseables. Creo que es rutina para algunos que supongo que así hacen amigos más fácilmente. Después de todo, ahora pese a las nuevas tecnologías no resulta tan fácil.

Pero Su no, ella iba buscando a otra persona. Alguien que quería tener mi dirección de correo y se ha quedado con las ganas. Y yo querría tener Anado en Hotmail y no pudo ser. No puede ser todo.

La gente apenas habla. Conocer gente es cada vez más difícil. Aún recuerdo a un chaval con el que coincidí en un curso de informática, hace muchos años que utilizaba el ordenador para desembarcar en un chat frecuentado por gays, allí abría la boca nada más que para decir su edad. Iba con sus 22 años como pasaporte que abriera la frontera. De par en par todas las puertas, aquello era la palabra mágica de Alí Baba. Y por lo que intuí debía tener cierto éxito. Que los trámites apenas le llevaban unos minutos. Claro que me dio la impresión, desde la lejanía de mi asiento que aquellos iban a lo que iban. Y aquel chat era poco menos que una casa de citas urgentes. En la que casi cualquiera valía para lo que fuera si se ponían de acuerdo.

Charlo un minuto con Su y reparo en que llevo mucho escrito aquí. Desde más atrás de este fenómeno de los weblogs. Entonces yo cogía una hoja en blanco y la llenaba de "anclas" para bajar al día determinado. Era un web confeccionada con el Frontpage o quien sabe si por aquel entonces editando código "html". Era como diría un ex profesor mío, muy académico él, una web hecha a pedales. Era el mismo que ante un problema informático zanjaba firmemente,

-Eso es que el ordenador se ha vuelto loco.

Más o menos como algunas personas. Como no, si lo hemos inventado alguno de nosotros.



Escribiendo este horizonte desde los albores del 2000. Tantos días que ya no me acuerdo de un pasado sin escribir nada. Porque antes hubo un buen número de libretas escondidas a modo de diario. Unas libretas de tapa buena y gruesa. Porque aquello, como esto otro, soy yo.

Salvo, claro está, lo que me callo.

Texto, texto, texto y alguna foto.



Esta está tomada en mi habitación de casa de mis padres, el 9 de Julio del 2005. Tengo al lado el ordenador de sobremesa abierto. En aquellos días y hasta que se estropeó del todo me saludaba con algunos pitidos en vez de encender el monitor. Y yo removía la tarjeta RAM y la marabunta de cables. Apretando para ver si había suerte.

Alguna habría, aquello volvía a funcionar.


Coincido en el Messenger con Jose Vicente y me dice que sigue sin encontrar tema nuevo en Annlea. Y yo le digo que ya no se me ocurre qué hacer. Que no obtuve respuesta por parte de los que me alquilan la base de datos. Base de datos que no da una respuesta satisfactoria. Y me conjuro para volver a escribir, o para encontrar un teléfono válido.

Y ya no porque piense que podamos volver a proponer un tema creativo. Sino solamente por poder regresar a leer lo escrito. Alrededor de 400 relatos. Algunos imprescindibles aunque no entre los míos. Aquellos eran siempre más o menos lo mismo. Como este blog, cientos de entradas sobre las mismas cosas. Cada vez más expuesto.

Y quiero volver a leer el camino de Aspacio, o como llevaban a enterrar aquel ataúd que parecía albergar vida. ¿Pero cómo admitirlo corriendo el riesgo de estar equivocado?

En verdad no estamos de reformas. Estamos curando una enfermedad. Como duelen los días sin ti.

No hay comentarios: