viernes, 22 de febrero de 2008

El debate

Sangro, lucho, pervivo.

Para la libertad - Sabina y Serrat



Yo fui uno de tantos españolitos que vio el debate de los ases de la economía de los dos partidos principales. O al menos los dos únicos que tienen opción real de gobernar.

En verdad pienso que una democracia en que se da este bipartidismo tan cerrado es una democracia bajo tono, un democracia solamente regular. ¡Qué bueno sería que hubiese seis partidos con opciones reales! Nos pasaríamos los 4 años entre elecciones poniendo cruces a los partidos en cada uno de sus traspiés, nos juramentaríamos de no olvidar sus desmanes y sus corruptelas, de manera que solamente al final de los cuatro años podríamos saber quién es el menos crucificado, en cierto modo, es decir, el mejor o menos malo, el menos censurable.

Sin embargo teniendo dos únicamente nos ocurre lo que nos ocurre. Que determinados elementos de partido no nos entran por los ojos ni por ningún lado y como no queremos sufrir ninguna reacción alérgica tras votar, o aún peor, remordimientos, acudimos a los del otro bando, que son también una banda, pero quizá más soportables solamente porque no cuentan entre sus filas a los protagonistas de nuestras fobias, aquellos que por su forma de ser se nos vuelven enemigos irreconciliables, agravados además por políticos.

Sobre todo porque uno quiere sentir que su voto es útil, sirve para algo. Y si no se vota a uno de estos grandes dinosaurios será lo mismo que arrojar el voto a la basura, o poco más o menos. Así que aunque uno piense que en realidad está haciendo un trato con el diablo, que no hay manera de acertar o salir ganando, que ninguno es bueno, uno vota por inercia y solamente para prevenir. Será mejor que nos gobierne el menos malo.

Y llegado el caso se vota como reacción, para contrarrestar al menos un voto de los del otro lado. Porque si mi vecino vota, yo lo dejo en tablas.


Respecto al debate fue interesante ver como eran capaces de marearnos con las cifras. Con lo aburridas que son. Claro que, para no entrar en demasiada cifra, Pizarro decidió que él podía hablar de cualquier cosa, por ejemplo de terroristas y demás cosas del programa electoral del Partido Popular. Supongo que es una forma de aclarar que no solamente es una cabeza apta para los números, sino también para los conceptos más o menos abstractos y las certidumbres de lo que debe y no debe ser ilegalizado. Una forma, quién sabe, de posicionarse como algo más que "calculín" de partido sino como potencial candidato a presidente cuando todo esto pase.

Yo, y aunque esta opinión mía sea muy poco popular, estoy en contra por principio de la ilegalización de partidos políticos. Pienso de hecho que teníamos un Código Penal muy completo y muy bien redactado para encontrar los delitos que cometieran las personas, y conforme a él podremos procesarlas, una a una, a todas las infractoras, haciendo uso de los instrumentos que tiene el Estado, es decir, los tribunales que en la teoría debían ser absolutamente independientes del resto de poderes públicos. Por eso, observar esta necesidad que se acentúa con los vientos de ilegalizar partidos políticos me parece propia de una democracia bajo sospecha. Más propia de otros tiempos en que para no oír al que nos disgusta le tapaban la boca.

Lo cierto es que yo soy un ignorante sin parangón. A buen seguro se me podrían objetar mil razones como que esa gente no condena los atentados terroristas, o prometen la constitución por imperativo legal, que es una forma de acatarla muy poco sincera. Pero me seguirá pareciendo en el fondo que algo no funciona como debería. Tal vez porque no me sé otros países del llamado primer mundo donde se ilegalicen partidos políticos o se cierren periódicos en pleno siglo XXI.

Supongo que de algún modo se ha perdido la esperanza de que sea la propia gente afín la que deserte de ese barco hacia ningún sitio. A la vista de que obtendrán respaldo siempre, porque aunque son pocos estos sí se movilizan, se decidió que aplicar la ley que teníamos tal cuál no era suficiente. Que había que legislar para empezar a considerar delito lo que no lo era pero debía serlo. No basta procesar los elementos particulares con nombre y apellidos que hubieran cometido un delito, enaltecimiento del terrorismo por ejemplo, hay que poner a un partido político al otro lado de la ley por un valor que tiene mucho más que ver con los bueno y los malos de las películas, como dos de aquellos grandes globos que dibujábamos de niños sobre el papel, formando dos conjuntos que interseccionaban en un nuevo conjunto que es incompatible con nuestra democracia.

Ya dije alguna vez que todos esos nacionalismos del yo frente a todos se curan viajando, aunque sea la propia vida la que se encarga de demostrar las cosas que son importantes de veras. Cuando por fin ocurre uno se puede dar cuenta de cuánto del tiempo se perdió en batallas sin valor. Quizá porque en verdad si hubo o no victorias han perdido toda importancia. La vida es solamente un regusto del pasado.

Yo quería hablar de Pizarro y de Solbes. Vi el debate enterito y desde cerquita como un torero valiente para que mis ojos miraran y mis oídos oyeran. Pero se me está haciendo tarde y me he metido sin querer en harina de otros costales.

Creo que ya no podría llegar donde quiero.

A ver mañana.

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