sábado, 23 de febrero de 2008

El debate (a ver si hoy)

Quizá las cosas no nos cambien tanto.

Tantas cosas - Ismael Serrano



He estado a punto de ir a Oviedo para comprar una maleta rígida. Tengo una grande y verde, Roncatto creo que se llama. Pero como no es rígida solamente gana cuerpo cuando le meto la ropa dentro, y como yo soy de llenarla mucho para ir luciendo fondo de armario por ahí, ha terminado por coger el vicio de descoserse cerquita de la cremallera. De forma que deja al aire mis pertenencias, menos el día que discurriendo la cabeza se me ocurrió meter una bolsa del Springfield por dentro de manera que sirviera de parapeto, como ventanuca de sacerdote en confesión, aunque la cosa quedara la mar de "cantosa" sirvió para poder divisar desde lejos la maleta en la cinta transportadora de los equipajes. Aunque no quisiera que nadie sacara conclusiones excesivamente precipitadas, por eso contaré que cada vez que rompió por donde rompe, acudí al zapatero para que me la remendara. Y aclararé al tiempo que si bien el color rojizo de la bolsa de plástico daba el cante, la raja, sonando así de mal, no era tan grande como para que se saliera ninguna de mis chaquetas.

Puede ser que a falta de comprar una rígida que tenga ya la forma hinchada me decida por no llenar tanto la que tengo para mi próximo viaje.

Pero hoy yo quería volver sobre el debate, así que puede que este comienzo mío no haya sido un buen comienzo. Sospecho que hablar del debate de Solbes y Pizarro va a convertirse en una misión imposible para mí. Porque ya empieza a sonar a antiguo y porque yo tengo cada vez menos interés en mencionar nada al respecto.

Si diré que como recoge mayoritariamente la prensa, a excepción del gabinete del PP, yo soy de los que piensa que ganó Solbes. Aunque creo que fue en parte por demérito de Pizarro que salió al ruedo algo acomplejado y con la sensación de ser un cenizo al que hubiera mirado un tuerto.

Algo es evidente, Pizarro no disfrutó lo más mínimo con el circo televisivo, que era además su puesta de largo como político. Lo que viene a demostrar que los días son muy largos, y que aunque pueden empezar muy bien siempre existe el riesgo de que se tuerzan y termine quedando un sabor amargo.

A Pizarro el día le empezó de forma cojonuda, y creo que no me quedo corto si es cierto que el mismo día se enteró de que Endesa, empresa eléctrica que presidió, le iba a abonar en concepto de rescisión la friolera de 12 millones de euros, que son 2000 millones de pesetas de las de antes. Yo la verdad es que sin tener queja alguna, no tengo días tan fructíferos en lo económico ni probablemente en nada. Esa es mucha tela para tan poco hombre, me parece.

Cualquiera diría que no tenia sueldo mientras fue presidente de la compañía y que le pagaron todo de golpe para acabar. O tal vez conozca algunos secretos que no deben ser mencionados ni en confesión, y le compran el silencio con el mismo dinero con el que a mí me comprarían no decir ni una palabra más en el resto de mis días, así fuera un mudito entrañable con la melena al viento en un descapotable hacia la playa.

Sin embargo puede darse el caso de que por la mañana uno sepa que es más multimillonario de lo que ya era, y al tiempo el ciudadano medio se pregunte que hace este hombre en política y qué diablos está buscando exactamente. ¿O es que ahora quiere poner su sapiencia al servicio de la patria porque no hacerlo sería sentirse jubilado prematuramente?

Pero Pizarro se las prometía muy felices porque han subido los parados y la gente llega a rastras a fin de mes. Pero no lo supo explicar. Por eso mostraba dos caras distintas según le tocaba hablar o escuchar, y ninguna buena.

Cuando escuchaba ponía la cara de un ternero torturado en un cajón, al que le pusieran banderillas cada minuto. Era un rostro agriado, de esperar el daño que llega, como después de haber tomado ricino. Con un punto de careta carnavelesca para meter miedo. Tenía la mirada triste y las mejillas descolgadas como resbalando del cráneo. Lo que oía no le gustaba y le sabía mal oírlo a solas, delante de tanta gente.

Cuando escuchaba lanzaba los ojos hacia todos lados, como un iluminado buscando un foco. Y las hojas y gráficos para convencer y determinar no eran suficiente. Por eso a veces daba la impresión de estar jugando a las cucañas lanzando el palo hacia todas partes, por dar de suerte.

Así que el fichaje estrella de Rajoy, rebotado del mundo privadísimo se dio contra un ministro de Economía que llevaba el aire de genio distraído tan capaz de vencerlo con un solo ojo. Con esa pinta de equivocar el baño de hombres por el de mujeres sin malicia alguna.

Solbes al contrario que muchos otros políticos, a decir verdad, todos; tiene un punto entrañable, al menos yo se lo encuentro. Porque parece un gran oso que dice "privado" cuando quiere decir "público" porque nunca está del todo en lo que está, quizá porque está siempre calculando números cuando los demás nos dedicamos a esparcimientos menos contables.

En mi opinón resulta mucho más interesante que el propio Zapatero y por tanto mucha presidenciable. Pero ya está perdido para la causa del país, como lo está Rodrigo Rato, que se apuntaba todos los logros por su gran fotogenia. Que era amigo de Aznar tanto como aquel otro que fuera portavoz del gobierno y que ahora ejerce de contertulio en programas de televisión para trasladar el mismo mensaje vacío y hueco que reverbera en su cabeza.

Tan capaz de llegar a presidente me pareció que he concluido en lo bueno que sería que los partidos políticos fueran más honestos. Tanto como para decir.

- Yo quiero ganar, pero si gano quiero que me prestes a Solbes que parece un padre oso bastante seguro de las cosas económicas. Para mitigar estas turbulencias que tenemos en nuestro confortable viaje al futuro.

O haber reconocido abiertamente en el debate ese perdedor de todos los debates que no tiene nada que hacer contra él, así que prefiere reconocer la derrota sin excusas y ofrecerse a echar una mano en cualquier otra cosa que se pueda necesitar.

- Yo seré capitán si tu general.


Pero hablamos de poder, y hablamos de dinero. Y cuando estas cosas mundanas entran en liza, y más aún si lo hacen juntas, la verdad o la honestidad es siempre relativa.

Por eso existe la manipulación que existe. Y por eso el debate del otro día será lo más cerca que estemos de un debate, porque en lo sucesivo sospecho que ambos contendientes se dedicarán a la lectura de sus panfletos tal como los trajeron de casa. De manera que las preguntas quedarán sin respuesta.

Pero habrá reproches a montones. Y en la ausencia de respuestas habrán ganado todos.

No hay comentarios: