domingo, 3 de febrero de 2008

Las trazas

Érase que se era,
una vez.

Érase que se era - Silvio Rodríguez



Para que no se diga que ya solamente como verduras y cosas sanas, ayer me comí de un tirón una chocolatina M-Joy de chocolate con leche, y luego una bolsa de colas de gominola.

Compré ambas cosas en Santander, donde estuve pasando el día. Yo solamente quería las colas, pero en la máquina se intuía que había que pulsar A o B seguido del número de la elección, en este caso, las gominolas. ¿Por qué sino estarían en el teclado los dos caracteres alfabéticos? Sin embargo junto al número de la máquina, el 65 no había ninguna A ni B. Así que me empecé a hacer un lío. Yo, con poco.

Veía en el teclado la A y la B pero preferí pasar de ellas. Pulsé 65 y aquello hizo un pitido como si hubiera dado una secuencia incorrecta. Entonces pulsé A65 y aquello no reaccionó. Entonces volví a teclear 65 con más ímpetu, acrecentado por la necesidad, ahora innegociable de conseguir las colas. Ví que no reaccionaba y volví a pulsar, con tan mala suerte de que al pulsar de nuevo el 6, para fijarlo de una vez por todas en pantalla ya la había quedado un 6 en memoria, de forma que de repente me cayó el producto marcado con el 66. Esto es una chocolatina M-Joy. Las vueltas me las envío al cajetín, pero no tuve suerte ni por esas.

La moneda más gorda de las que devolvía, una de 50 céntimos la envío con tanta fuerza que saltó del cajetín a la papelera que estaba justo debajo. Yo creo que premeditadamente. Esas papeleras las colocan en posiciones nada azarosas. Justo debajo de la obertura que da las vueltas. Por si ocurre lo que ocurrió o uno es tan manazas de dejarlas caer al recogerlas. Así que en el cajetín de cambio quedó tan solo una moneda de 20 y otra de 10. Miré dentro de la papelera por si su color dorado revelaba su ubicación, pero no la vi y me negué a meter las mangas de la camisa entre todos aquellos papelajos. Tengo la teoría de que muchos ciudadanos utilizan esas papeleras como canasta para acertar escupiendo, con más mérito desde más lejos.

Por supuesto no me di por vencido. Ya me había hecho a la idea de que las letras A y B estaban allí nada mas para confundir. Empezaba a entender el complejo funcionamiento del artilugio. Así que pulsé firmemente 65 y me cayó la bolsa de gominolas al fin.

Las comí llegado a la casa. Que la mayor parte del viaje la pasé dormido como un ceporro.

Y las estaba degustando mientras leía sus ingredientes. Intentando quizá llegar a distinguir la dextrosa del resto de dulces ingredientes. Que no se diga que uno no está informado de los productos químicos que consume. La verdad es que a mí me sabía todo a lo mismo. No tengo entrenado el paladar hasta ese extremo. Pero sí me llamó la atención la última de las líneas del producto.

En la bolsa de gominolas tras detallar los ingredientes gelatinosos advierten:

"Producido en una fábrica que también maneja productos lácteos".

Ve tú a saber eso que significa. Supongo que se curan en salud por si alguno lleva una las gominolas al laboratorio de casa y encuentra con el microscopio que hay algo de cuajo, o una pizca de manchego en ellas. O simplemente leche. O a lo mejor se trata nada más de presumir. Que nadie piense que se dedican a hacer gominolas en exclusiva. Hay mucho más, también hacen flanes y otros postres. Conviene que se sepa.

Pero eso no es todo, en la chocolatina tras detallar los ingredientes advierten una frase resaltada en negrita, para mí genial:

"Puede contener trazas de otros productos secos, cacahuetes y de trigo".

Es decir, el M-Joy es de chocolate con leche nada más, pero puede ser que tenga algo de trigo, o algunos frutos secos. No porque se necesiten ni se quieran poner, sino porque quizá estaban allí en la máquina cuando pasó el chocolate derretido. O tal vez manejan bandejas de cacahuetes por encima de la mezcla y pudiera darse el caso de que alguno cayera en el preparado. Para qué quitarlo, si probablemente pasa inadvertido, los operarios bastante tienen con pulsar en los botones aspirando aquellos dulces vapores sin lanzarse a mojar madalenas. Lo avisan en el envoltorio y problema resuelto.


En definitiva, hemos dado con la palabra perfecta. Yo estoy entusiasmado, las trazas.

Vivimos un mundo en el que no existen más que trazas, apenas hay verdades fuera de toda duda. Solamente impresiones, solamente intuiciones en alguna dirección.

Vivimos sustentados en lo que parece. En lo que ha sido hasta hoy que no tiene que ser lo mismo en el futuro. Ayer leí en la prensa que una estudiosa hablaba del origen del flechazo. El amor a primera vista. De los ojos al corazón. El relámpago que relampaguea. Los sentimientos llevan la traza de ser amor. Si lo es o no lo es no importa.

Lo importante son las trazas.

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