lunes, 31 de marzo de 2008

El bebé y la plancha

Y los duelos no se atreven a dolernos demasiado.

Ahora - Joaquín Sabina



Estoy pensando en recurrir al juez Tirado, para que me informe acerca del modo en que puedo poner una demanda a la televisión española. Razones no me faltan, que este es un caso muy motivado. Y aunque el daño está ya hecho, quizá puedan lograr que lo olvide en parte, con una indemnización millonaria.

Viene del comienzo de la tarde. Tras comer me dispuse a ver el documental de la dos, que es lo más rescatable de una sobremesa de pena. En él se hablaba de leopardos, lo que es una buena noticia para mis intereses pues los de felinos son mis favoritos, aunque tampoco le hago ascos a los bichos de dentro y fuera del fondo marino. Y hasta las plantas tienen su aquel, con sus estrategias para la polinización, haciendo uso de los pobres insectos. Aunque bien mirado, todos ganan.

Lo malo es que cuando me fui a lavar los dientes no podía imaginar lo que me iba a encontrar a mi regreso. Nada más vuelvo veo al leopardo subido a un árbol con un monito recién nacido entre las patas, con la cara despejada, como recién lavado, y ¡maldita sea con las pestañas de Penélope Cruz!

¡Joder, que he visto nenes más feos! ¡Y el leopardo moviéndole la cabecita al bebé con los caninos afiladísimos!

¡Me "cagoen" la puta que yo no estoy preparado para eso! Y allí estaba yo, mordiéndome los nudillos jodídisimo viendo gatear al muñeco ¡que era como un niño joder! mientras el leopardo lo rondaba indeciso entre comérselo y jugar con él. El bebé tiraba para un lado y el leopardo se ponía enfrente, el bebé para el otro y el leopardo lo golpeaba con la pata en la cabecita pasando hacia ese otro lado.

Pues menos mal que no era yo el reportero del documental, porque ya podía ser ese leopardo, el última de su especie que según lo veo le meto un tiro entre ceja y ceja. Y adopto al pobre niñito. ¡Qué lindo era! Yendo pasito a pasito a gatas por el árbol torpemente y agarradito mientras el cabrón lo intentaba despegar de la corteza con las garras. ¡Pero si el pobre niño miraba con más inteligencia de la que gastan muchos humanos en toda su vida! ¡Y como pestañeaba con los ojitos entrecerrados! Iba p´allí y hacía un ruidito con la boquita, iba p´al otro abriendo y cerrando los ojitos.

De verdad que lo he pasado fatal. Yo me repetía, no serán capaces de mostrar esto si el bicho va a terminar atacándole. ¡No serán capaces! Era como estar en el zoo viendo a tu propio hijo atrapado en la jaula de los leones.

El caso es que tras hacerle unas cuántas perrerías, pues nunca un felino de estos puede ser dulce con ninguno de otra especie, terminaron quedándose dormidos ambos. El pobre bebé porque no tenía escapatoria. Cogidito a los surcos de la corteza, apenas levantaba nada de la superficie del árbol, era peludito aunque estaba lleno de calvas o quizá es que estaba muy mal peinado, los bracitos y las piernas eran puro pellejo, que los músculos estaban aún por hacer, y porque tenía un rabo largo y liso, sino hubiera pasado por un bebé de los guapos. Y de repente se hace de noche y dice "la voz en off" del documental que el bebé terminó muriendo de frío, y que el leopardo en vez de comérselo se fue a comer a la madre, que debía estar tirada y bastante muerta por los alrededores.

Yo por supuesto lo he creído a pies puntillas. Pero en cualquier caso el daño ya estaba hecho. He sido incapaz después de pegar ojo.

Me han arruinado la siesta. Que era cerrar los ojos y veía el pestañeo mágico del bebito intentando huir del depredador. Contaba el fulano en un momento dado que ambos se estaban oliendo como si el leopardo fuera a hacer las funciones de la madre muerta. ¿Eso sí que no me lo creo? ¡Que el pobre bebito intentaba huir todo lo rápido que le permitía el cuerpecillo!

Así que digo yo que alguien tendrá que pagar por haberme enfrentado a unas imágenes tan duras y que han dejado tan honda huella. ¡Digo yo que a alguien podré denunciar por daños y perjuicios morales!


Y para más inri, esta mañana he descubierto que se me ha estropeado la plancha. No sé que le ha pasado. La enchufo y no enciende el piloto que debía advertir que no alcanzó aún la temperatura deseada, pero tampoco la alcanzó. Se queda tal cuál, sin hacer nada. He probado en dos enchufes, la he mirado arriba y abajo por si toqué sin querer algún botón de seguridad contra bebés o algo. Pero nada. Aquello no coge temperatura ni reacciona a la corriente eléctrica.

Yo sospecho que el problema viene de haber encerado ayer el parqué de la casa. Alguien dirá que muchas molestias me tomo pa vivir alquilado, pues sí. De algún modo tengo que compensar que se me cayera hace unos meses gran parte de la vajilla al suelo por obra y gracia de la lavadora, que no es capaz de lavar nada sin levantarme los muebles del sitio. Así que ayer cogí una fregona de hebras blancas y la manché de un líquido especial para parqué. Y me di a repasar el suelo para que brillara.

Después dejó de funcionar la plancha. Alguien dirá ¿tendrá que ver?

Nunca antes enceré el suelo y nunca antes se me estropeó. ¿Más claro?

Creo que está en garantía, es fijo que tiene menos de dos años. He de buscar en la caja. Confío en que junto a las instrucciones tenga algún resguardo debidamente sellado.

Aunque con mi suerte... igual me compro la vaporetto.

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