jueves, 13 de marzo de 2008

El inodoro

Busco un centro de gravedad permanente.

Centro de gravedad - Franco Battiato



Estoy un poco cansado y además me tengo que hacer la maleta. ¡Con lo que me apetece ir y lo poco que me apetece ponerme a meter cosas! Tengo tantas y la maleta se me hace tan pequeña. Además, yo no sé acertar. Seguro que luego resulta que pongo pocos calcetines y me hacen falta más. Además conservo la sospecha de que cada vez que visito la casa de mis padres me dejo allí un buen puñado. Creo que mi madre hace años que no compra. Se quedan los míos.


Yo quería hablar sobre los nuevos pecados de la Iglesia, para decir que no cumplo ni uno solo. La Iglesia ha renovado el catálogo. Ratzinger no es capaz de estarse quieto. Leo que si Moisés bajara a estas horas con las tablas de los mandamientos, las dos se le iban a quedar cortas. Porque se difunde que han decidido incrementarlos con unos cuántos, acorde a los tiempos y a las circunstancias.

Me alegra reconocer que hay muchos de los de toda la vida, los que nos contaban preparando la comunión y demás, que no he cometido ni cometeré nunca. Y me alegra aún más saber que sin pretenderlo estoy también bastante lejos de acometer los nuevos, que se registran ahora, para que conste.

Yo no consumo drogas. Eso tal cuál. Alguno dirá que el bebercio del otro día cuenta como droga. Pero en mi descargo diré que lo sería si fuera algo habitual, pero no es así. Entre copa y copa hay un porrón de días.

Mis drogas son, a lo más, un Espidifén a destiempo para curar la gripe aunque no sirva para eso. Tiene el efecto placebo suficiente como para recomponerme tras unas horas muy malas. Porque mira tú por donde, yo soy de los que sano siempre.

Tampoco acumulo grandes riquezas. Que mis ahorros darán malamente para una entrada de un estudio de los de 30m2 dentro de unos años. Y lo que no lo ahorro se me evapora entre las facturas de vivir tan caro. Y de lo de contaminar y eso ecológico, admito que mi desodorante es de los de vaporizador, osea que debo estar favoreciendo el efecto climático con un agujero considerable en la capa de Ozono, pero en la disyuntiva de elegir entre el planeta dentro de 200 años y mi aseada presencia personal, no hay color. Todavía no arrojé ninguno de ellos a una hoguera, que creo que es malísimo a la par que peligroso. Podría salir disparado contra el ozono como un artefacto de la NASA.

Además es poca cosa si lo comparamos con la gente que tiene un coche para desplazarse hasta la esquina. Incapaces de dar dos pasos sin tener que maniobrar como locos para aparcar. Después de todo yo contamino muy poca cosa. Apenas nada.

Que podría ser menos, admito. Hoy sale en la prensa la noticia de una americana que lleva dos años sentada en el inodoro. El novio le llevaba la comida y el agua. Para lo otro ya estaba en posición. La de pasos que se habrá ahorrado al quedarse allí sentada. Cuantas vueltas tontas se habrá evitado. Si después de todo nos pasamos la vida caminando en busca del retrete. Del frigorífico y del retrete, que sin lo uno no se daría lo otro.

Hay que remontarse dos años para encontrar el día en que la fulana decidió que mejor que subirse la falda se la dejaba bajada. molestando en los tobillos. Le debió decir al mozo.

-Deja que ya me quedo yo aquí. A ver si me vuelven las ganas.

Y el muchacho lo entendió como algo normal y harían quedadas en el baño para contarse las cosas del día. Si a él se le dio bien en el trabajo contándole avatares cotidianos, hoy estuve llamando a Pepe como si se llamara Pedro ¡todo el día!, por ejemplo, y ella contando si pudo por fin dejarse ir por el desagüe...

A mí me queda la duda de por donde haría el buen mozo sus necesidades fisiológicas teniendo ocupado, como estaba, permanentemente el baño. Igual ocurre que su compenetración es tal que la dedicación de ella lo resolvía. Ella se iba por los dos. O él tuvo que apañarse con un orinal que era convenientemente vaciado con un embudo entre las piernas de ella. Aunque sea un pensamiento bastante horroroso.

O puede ser que el sueldo de él diera para mantener abiertos dos baños. Y se gritaran de puerta puerta para contarse cosas, o tal vez él le pidiera consejo en aquella posición por entender, sin que le falte razón, que ella en esos menesteres era una experta. Una opinión autorizada, por dedicación sin descanso.

El caso es que la moza, de 35 años ha decidido en estos días que ya bastaba. Que la gracia estaba ya hecha del todo. Así que cuando ha querido levantarse como Lázaro, ha visto que ya no podía. Que el cuerpo le ha cogido forma de inodoro. Así que han tenido que llamar a emergencias o a quien fuere que pudo extraerla haciendo palanca entre murmullos de asombro. Tenía los músculos atrofiados y, apunto yo, un poco cansinos del water.

Leo que le van a hacer un examen psicológico a la mocita. Yo soy partidario. Vamos, que voto por ello. Esta cuestión no me suscita dudas. Y si les queda tiempo que se lo hagan también a él. Son el uno para el otro.

No atentarán contra el ozono, pero no parecen muy capaces.

Si hay de todo, hay de todo.

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