lunes, 3 de marzo de 2008

Supervivientes

Una mujer se ha perdido.

Óleo de una mujer con sombrero - Silvio Rodríguez



Quisiera decir algo del programa de Supervivientes. Todos esos famosillos de bajo tono que se van a cambio de un buen dinero a pasar hambre a las, por lo demás, paradisíacas playas de Honduras.

Lo quisiera decir sobretodo por lograr llegar aquí para hablar de algo que no tenga que ver con la política, con Zapatero, González, Aznar o Rajoy. Como demostración de que hay vida fuera de la viva política de este país. Como prueba de que yo soy algo más que un altavoz tendencioso de mis propios ideales políticos que se resumen en un principio que podría servir de clave:

Ninguno es bueno.


De hecho, y aunque sea en un lapsus que me despeña desde mi intención traicionada puedo adelantar lo que será una primicia, y que me auguraría un futuro halagüeño como vidente sino fuera porque nace de la convicción de conocer a nuestros políticos casi tanto como si fuera yo quien los hubiera parido. Con más dolor por saber exactamente lo que estaba arrojando al mundo.

Hoy nuestros candidatos no se van a mover un ápice de lo ya expuesto. Es decir, van a hacer oídos sordos y van a repetir casi en su totalidad el debate del otro día. Y al final nos quedaremos inmersos en la misma confusión original, sin saber a que atenernos, y quien sabe si mascando la misma diatriba no estaremos armando con cuchillo a los amigos que comparten debate para darse cuenta de que se odian íntimamente, sinceros, dispuestos a defender con sus perras vidas los datos contradictorios de nuestros dos opositores.

Es por esto que a mí particularmente me parecería mucho más interesante ejercitar el saludable ejercicio de trocar los papeles. Habida cuenta de que, sin necesitar mucha imaginación ya nos imaginamos por donde van a ir los tiros esta noche, sería mejor que hiciéramos a Rajoy furioso defensor de la gestión del gobierno mientras que fuera Zapatero el que encontrara las debilidades, cuando no fracasos rotundos de los últimos 4 años. Tal vez así el debate ganara enteros que sabemos por anticipado perdidos.


Pero yo quiero hablar de Supervivientes, porque hay en la vida algo más que política. Está Lucía Lapiedra, por ejemplo.

Esa mujer que es mucho más rotunda que los fracasos o los aciertos de un gobierno, es un imán para las cámaras de los Supervivientes. Aunque ha sorprendido a propios y a extraños. Para quien no lo conozca esta moza se dedicó no ha mucho al desarrollo de la muy progresista industria de las películas X, que no tienen nada que ver con los GAL, ni con González. Si a él le llamaban señor X era por otra cosa que no viene al caso.

Ya se sabe que para actuar en estas pelis no se piden grandes dosis de talento interpretativo, aunque sí quizá saber sobreactuar, como Zapatero más o menos.

La cosa es que Lucía ahora se hace llamar Miriam, que es el nombre que le pusieron sus padres antes de que decidiera cambiárselo para darse al porno. Dejó de llamarse Lucía en el mismo momento en que emparejó su vida a Pipín Estrada que es un periodista deportivo que escribe sin miga y sin sustancia y que ha debido llevar la misma vida desenfadada de Miriam pero quizá comercializando menos las cintas. Y levantando menos pasiones, diga lo que diga.

Es curioso leer el otro día en el Marca a Solari, ex-futbolista del Madrid, actualmente en las filas del Inter y darse cuenta de que aquel artículo es infinitamente mejor de lo que serán los artículos del 95% de todos los periodistas deportivos de este país en toda su vida. Será que estos argentinos nacieron para contar las cosas mientras que nosotros nacimos para leerlas.


Pues bien, yo estaba convencido de que Lucía se tiraría al monte a las primeras de cambio, y quien sabe si por lograr un coco más gordo traficaría con el cuerpo que dios le dio y que la cirugía modeló para hacer perder la cabeza a alguno de sus afilados compañeros de fatigas. Pero no, ella se ha mantenido en sus trece, olvidando su faceta desenfrenada y sospecho que hasta ha sido instruida para no conceder siquiera un top less que nos redima de los gorjeos de Joselito o las batallitas de dar el todo por el todo de Patxi Salinas que era un defensa muy malo, aunque del Athletic.

Así que ese programa que me tuvo en su comienzo absolutamente asustado por la fidelidad con lo observé, que ni en los anuncios me atreví a tocar el mando, se ha convertido, a tenor de lo visto hoy, en un aburrimiento sumarísimo. Con Lucía tapada y bien tapada hablando con un coco al que ha llamado Karmele y con ese puñado de supervivientes enjutos de carnes y sobrados de sol medio enloquecidos por pillar una trucha. Y llevándose fatal entre ellos, que son todo rencillas y resquemores.

Y se pasan la vida tumbados. Supongo que porque como no se alimentan bien quieren gastar pocas energías, pero como quiera que sus diálogos pasarán a la historia por intrascendentes verlos tumbados charlando en medio de silencios de arena es bastante tedioso. Son un grupo de gente que no tiene nada en común ni quiere tener. Gente que no se soporta y que no dedica ni una porción del día a preparar un poco siquiera las intervenciones ante cámara. No sé contar un chiste o algo. Resultar vagamente interesantes.

Sospecho que a estas alturas solamente importa el bello rostro de Lucía, sus nalgas doradas en el feliz momento en que la chica decide ir a hacer como que pesca y quizá para ellas los hercúleos músculos de alguno de los atletas de pala en playa. A excepción de Patxi, que era un tronco, todos me son desconocidos, y una invitación al zapping en cada plano.

Yo me temo que de haber concursado se me habrían ido las fuerzas intentando recuperar a Lucía para la profesión artística. Y de lograrlo habría pasado los días de sol reponiendo las fuerzas perdidas. Y probablemente me habría vuelto esclavo de sus designios y habría sido definitivamente anulado pero feliz.

Ella es una superviviente. Yo también. Solamente hay que observar mi dieta. Comen ellos mejor y descansan más.

Además lo mío es peor. Hoy cumple años mi melliza y eso, aunque no debiera, me hace más viejo. Se lo tengo dicho, pero es incapaz de parar el tiempo.

No hay comentarios: