domingo, 13 de abril de 2008

De investiduras

Son caminos de caminos.

Minas piedras - Juanes



Vengo de tomar un siesta ¿o me tomó ella a mí? Se ha puesto a chispear allá fuera, o como dicen por estos lares, a orballar.

Estamos pintando de verde las montañas.


No sé que me pasa, pero no puedo reprimir mis ganas de volver a hablar de los políticos. Será que no dejan de salir en televisión ni tras acabar su larguísima campaña electoral. Ellos son así, de no dar tregua al ciudadano corriente y moliente. Me pueden las ganas de farfullar sobre los políticos, raro espécimen, que no de política, que yo de política no sé nada de nada, y procuraré no saber nada por muchos años que viva. Dejemos la política para los políticos y procuremos mezclarnos con ellos lo menos posible. No se nos vaya a pegar algo. Mejor desde aquí, desde la barrera, porque los políticos son mi debilidad, mi talón de Aquiles, aunque ya sé que para nada bueno. Que solamente sé decir cosas malillas. Pero es culpa de ellos que son peor aún de lo que yo cuento.

Dame un segundo que pongo la lavadora.

Ya tá.


Hoy escuchamos decir a Rajoy como una queja que el gobierno que ha escogido Zapatero es continuista, digo yo que natural. ¿O acaso esperaba que le diera las carteras ministeriales a Zaplana y a Acebes? O tal vez esperaba el buen hombre que cogiera por las solapas su contrato de integración, aunque nunca supimos que era exactamente, para aplicarlo con rigor "aznarino". A Rajoy le molesta que Zapatero sea continuista en estos próximos 4 años con lo que fuera que empezó los 4 anteriores. Digo yo que para eso lo votarían lo españoles ¿o no?

Pero lo peor no es eso. Es que Pepiño Blanco sale a la palestra con la desorientación que de costumbre para decir que el gobierno no es continuista, y deja en el aire la impresión de que a nadie cabal se le ocurriría una barbaridad tan grande.

Así que ser continuista es una cosa mala. Y tan mala digo yo. Creo que ni siquiera figura en el diccionario.

Al menos todas las partes parecen de acuerdo en que es un punto y seguido. Que para unos es una cosa muy buena y para otros muy mala, aunque para todos signifique lo mismo. Viva la demagogia. Menos mal que yo también tiro de ella de vez en cuando. No es de uso exclusivo de los políticos. ¡Qué malo es escucharse tanto! Maldita sea, uno no habla para los otros sino para si mismo.


Llama la atención el orgullo pueril de Zapatero al decir que es el presidente con más ministras de la historia de España. Que es el primer presidente que nombra a una mujer ministra de defensa, y el primero en nombrar una ministra de tan solo 31 años ¡si yo soy mayor!

A mí todas estas medidas me parecen muy bien, aunque no dejan de parecerme tan anecdóticas como para que no reparar en ellas tanto. Todo lo contrario que Zapatero que lo cuenta como si fuera un golpe de efecto, un artificio que no tiene en cuenta las personas sino el libro Guiness de los los récords donde quedarán guardadas junto a su nombre , y así continúa esta España con un pie en la historia y otro en el futuro desde un resquemor provinciano apenas resuelto. Después de todo los vecinos no se comprenden. Se nos antojan tan lejos como si fueran extraterrestres.


En fin, tengo que fregar el suelo de la cocina y el baño.

Tienen los azulejos iguales. Menos mal que no confundo las habitaciones. Yo utilizo lejía diluida en agua. Una lejía que contiene a buen seguro un buen puñado de antioxidantes y con un aroma afrutado, me parece. Así ambas terminan oliendo como si estuvieran abiertas al monte. Me he vuelto tan rústico que en los supermercados grandes circulo como por un museo. Con cuidado de no perderme ni de estropear nada.

Soy un rural convencido; sin vuelta de hoja.

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