viernes, 25 de abril de 2008

Una de tantas

No me mientas, no me digas la verdad.

Flaca - Andrés Calamaro



El otro día, anteanoche al acostarme se me vino a la cabeza algo que quería contar aquí. Joer, me parecía algo bastante importante y hasta urgente. Me vi diciéndome, de tan importante no se me podrá olvidar. Y se me ha olvidado. Estoy estrujando el cerebro pero creo que tiene el tamaño de un kleenex. Es como un resguardo de esos nuevos, impresos térmicamente y que al guardarlos en la cartera terminan perdiendo la tinta y se quedan blanquinosos. Los miras y no sabes de donde vienen aunque sí hacia donde van. Mi cerebro se está quedando en blanco y va a ser culpa de que volvió el buen tiempo que alegra el alma. Me manejo despreocupado y jovial, sin los pesares que dan las lluvias persistentes.

Sospecho que este desajuste neuronal es consecuencia de que cuando veo "Saber y Ganar" e intento convertirme yo también en la calculadora humana siempre me quedo empantanado en la segunda o tercera operación si son fáciles. Pero es que este es un programa diabólico, exige usar la cabeza más allá de lo que aconsejan las nuevas tecnologías. ¿Quién quiere hacer todas esas operaciones si las calculadoras son nuestras amigas?

¿Para qué nos sirvió aprender que era un logaritmo neperiano?

Yo todavía no me crucé con ninguno. Y espero tener suerte en este puñado largo que me queda, porque si me echara uno a la cara no sabría siquiera como mirarle. Lo mismo que si me hablara un alemán en su lengua vernácula ¡qué forma tan tonta de poner las cosas difíciles!

Le teníamos que haber dicho al señor profesor que estaba malgastando su vida, esas compañías... que no digo yo que acompañarse de senos sea malo, pero los cosenos y los logaritmos... alcanzar algún modo de felicidad recorre a veces intrincados vericuetos.


Así que esta arribada va a ser una de esas en que vengo nada más por llenar un poco de espacio blanco (escribo en negro sobre fondo negro, luego al ser colgado la cosa se vuelve del revés). La verdad es que no tengo mucho que decir. Normal si el encefalograma ahora saldría plano.

Es obvio que a estas alturas de "post" más de uno de los que me visita periódicamente habrá desertado maldiciendo el regreso. Pero me niego a acabar aún. La entrada me quedaría ajustada más o menos a las líneas que propone Sonia "echando el ancla", y yo soy cabezota para llevar la contraria. Explayémonos todo lo que podamos, démosle al cuerpo ese gusto de contar por contar, incluso si no hay nada que decir. Sumemos a este montón de líneas insustanciales unas pocas más. Que con cada línea estemos más y más cerca del éxtasis de tener bajo control sintaxis, vaya poderío, gramática y hasta ortografía. Y hagámoslo con buena letra. Verdana según creo.

Hagamos el aún más difícil. Consigamos 5 líneas más.

Vivo y digo ahora mismo. Quizá sea lo más importante de todo. La verdad misma es que nada importa más que el minuto actual. Para tener pasado hay que tener memoria, para tener futuro, fe. Nada importa más que este presente fugaz. No sé tú, pero el mío podría ser mejor.

Menos mal que estoy abonado a creer.

Muevo montañas a diario.

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