martes, 23 de septiembre de 2008

Los valores

Es caprichoso el azar.

Es caprichoso el azar - Joan Manuel Serrat



Mi amigo Xuac tiene a gala hacer alarde de gran conocimiento en el medio bursátil. Hace comentarios de broker absolutamente resabiado. Y sabe todo eso de los picos y los descensos, lo de comprar con el rumor y vender con la noticia.

No sería difícil imaginarlo dando voces en la bolsa en esa jerga indescifrable para los otros, todas aquellas ordenes y contraordenes estirándose los tirantes para abandonar la sala por la puerta con una gran sonrisa. Las fortunas que se hacen en un rato gracias a ese mundo construido sobre cimientos de cristal.

Pero el Xuac tiene mala suerte, allá donde entra él agitando los billetes para comprar allá que se va a desplomar el valor recién comprado. Así dejó a Jazztel, haciendo equilibrios en el precipicio después de que él entrara a saco. Y yo no sé a cuanto andaba en el momento en que compró, pero sospecho que su aparición fue el beso de la muerte para la compañía. Que comprar él es lo mismo que si te mirara un tuerto.

Yo creo que es un poco cenizo, y se queda mirando melancólicamente las hojas del periódico intentando desentrañar las escaladas en el precio de las acciones, como un ajedrecista intuyendo las próximas jugadas, sólo que el termina deprimiendo los valores, que entran en su particular nube negra. Aunque ya anticipo que no es culpa suya, la depresión le viene de apenas ojear el resto de noticias. Vivimos un mundo de mierda y ya nos hemos dado perfecta cuenta.

Pero me está empezando a preocupar el saber que, inquietud constante, dinero prendido en las manos; recientemente hizo otros movimientos de los que acostumbra al adquirir acciones de una constructora de autopistas ¡alma de cántaro si las autopistas ya están todas hechas! Además me parece que tal constructora es la misma que se anunciaba diciendo que tenía unas centenas de kilómetros de autopista, ¡cómo si eso fuera mucho!

Y su entrada en la bolsa de nuevo ya veis lo que ha provocado. El desplome total. Que fue comprar y al día siguiente las acciones estaban por los suelos y el IBEX pedía que le dieran el tiro de gracia.

Y yo se lo hubiera dado, que las gentes normales y corrientes, que no vamos a jugar a golf los sábados no necesitamos para nada esas algaradas con pinta de oasis. Por mí pueden echar el cierre con una persianuca de esas de metal para que alguien vaya luego a pintar un graffiti pidiendo paredes para pintar. Pero la verdad es que tengo de regalo paterno un puñado de acciones de un banco que las ha visto depreciarse en este tiempo hasta la mitad. De forma que los manejos del Xuac que parecían propios y que no afectaban más que a su economía doméstica y probablemente a la de sus sufridos progenitores ha venido a afectarme incluso a mí. Su aparición revoloteando entre las compras ha afectado no sólo a las que se ven directamente afectadas por su discutible criterio y su ojo tuerto, sino también a las adyacentes y por extensión a todas.

Bush llega con su inyección de millones, que será poner las fábricas a hacer más papel,

me ponga la máquina en la raya 3 en vez de en la primera, como una lavadora,

y el enemigo no es Bin Laden ni Hussein resucitado. Es Xuac, que está libre por Gijón haciendo de las suyas, gastando lo que gana en la ruleta en comprar valores sospechosos de desplome.

Con lo fácil que hubiera sido forrarnos en su día con Vueling, que es mi espinita clavada. Hubiéramos sacado el doble, oiga.

Pero no, así que ahora yo lo tendría atado de pies y manos, y mejor con la boquita cerrada pa que las tonterías fueran na más que pensadas.

Lo hemos dejado libre y su albedrío nos conduce al colapso total.

A mí ya me ha costado una pasta.

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