lunes, 10 de noviembre de 2008

El spam

Me llaman siempre y a cualquier hora.

Me llaman calle - Manu Chao




Dice la prensa que sólo un crédulo idiota entre 12 millones de personas responde a los mensajes de spam. No sé si a estas alturas debo aclararlo. Llevo mucho escrito y estoy muy expuesto a que se piense de mí que soy un idiota, nada más.

Y puede que lo sea, pero todavía no respondí a ningún mensaje de SPAM. Yo pincho con el ratón y los envío directamente a la carpeta de CORREO NO DESEADO, aunque muchas veces lo hace el propio programa de correo, que es menos idiota que algunas personas, por lo que se ve, porque logra discernir entre los mensajes que me interesan y los que no, supongo que porque tiene una base de dato de direcciones de SPAM compartida, o tal vez porque el asunto de los mensajes siempre es el mismo o muy similar. U ofrecen algún artilugio médico desde una para-farmacia, que promete intensificar el gozo de nuesta pareja en nuestra compañía mediante la adición de centímetros allá donde nunca están de más, no sé, mediante una probeta en la que introducirse un poco, o comiendo judías mágicas. Así no es raro que sea ella la que anime a responder el correo dichoso. ¿Y si funciona? Joder, que marrón. O bien envían mails de promoción para la venta de Viagra, que parece mentira que sea un invento reciente ¿que antes nuestros mayores no la necesitaban ? Nos hacemos más altos, pero por dentro somos más pobres, y la culpa la tiene el McDonalds y este modo de sinvivir a base de comidas pre-cocinadas. Yo estoy casi seguro de que por dentro me están sonando todas las alarmas, y debo tener el colesterol tomando la torre norte, claro que como por fuera estoy como unas castañuelas, y diríamos que incluso hoy más guapo que ayer, por mí se puede abrir proceso judicial contra la cúpula directiva de McDonalds en nueva York, se sienten todos ante la Corte Internacional que iba a juzgar a Bush, Blair y a Aznar, la seguiremos por la CNN con un Big Mac entre las manos...

Y luego está esa gente a la que les piratean las cuentas bancarias. Esos no responderán a los correos SPAM por muy poco. ¡Pero hombre de dios tu banco nunca te va a pedir tus claves mediante un correo electrónico! ¡Tan difícil es de entender!

¿Qué te parece más cómodo ejecutar el enlace que te viene en ese email por aquello de uno usar google, que crees que ya lo usa demasiada gente? ¿Pero no viste que no carga la web en la dirección raíz de tu banco? ¡No metas tu contraseña, cenutrio!

Pero es que los hay con empanadas tan grandes como para dar para una fiesta. Y conste que yo soy el primero en admitir la vigencia de la ley de Murphy, que soy un experto mete patas, y ya me ocurrió que la medida salvadora se me volvía más empozoñosa, y aquello era como meter la cabeza en arenas movedizas para poder sacar los pies.

Pero hasta yo tengo un límite.

Aunque bien mirado, yo casi preferiría que me ocurriera, entrar de puntillas en la pseudo página de mi banco, con esa apariencia de realidad del muerto en "El sexto sentido", pues es todo igual, vale que quizá la mitad de los enlaces no funcionan, o quizá sí, pero yo voy a meter mi contraseña y lo que haga falta por rescatar de la ignorancia a mi banco. Para eso me escribe, para que yo le diga lo que tendría que saber, pero olvidó. O peor aún, quizá mi banco me escribe para advertirme de que por un error informático debo acceder a mis ahorros ya mismo o se los pasarán a mi vecino del quinto, que tiene cuenta también. Cosas de la informática, que colapsan el sistema y se vuelve todo loco. Añadiendo además que si soy lo suficientemente listo igual saco no solo lo que tenía sino algún añadido, una hipoteca que no dependa del Euribor, y que me devuelva dinero como los de ING que devuelven mientras le piden al gobierno holandés que intervenga, para ser aún más sólidos, una forma optimista y consistente de verlo. Yo lo preferiría, pues en el caso de que mi banco no tenga unas mínimas medidas de seguridad como es exigir unas coordenadas de una tabla para cualquier operación económica supondrá reclamación judicial ante nuestros atónitos y colapsados tribunales. Que los togados entiendan de algo más que de expedientes en las mesas. Que conozcan de mi mal genio y de mi rabia acumulada. Porque yo también tengo derecho a mi día de furia, como cualquiera. Convertido en pleito, porque el enemigo será malo, malísimo, ¿pero no habrá algún deber de salvaguardar mis ahorros que son los ahorros del banco? No me digas, a estas horas con puentes de plata...

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