domingo, 9 de noviembre de 2008

Soldados

Cualquier información bien la voy a pagar.

Unicornio - Silvio Rodríguez



Vengo para comentar la noticia de los tres mandos militares que han sido condenados a pena de prisión por vejar y maltratar a otro soldado que hacía de prisionero. No es que estuvieran en guerra y con la confusión y el odio acumulado, más o menos como en Guántanamo, es que estaban de maniobras en la playa del Cabrón de Canarias, que todo sea dicho de paso les va el nombre como anillo al dedo. Así que en esa tesitura, que es como un juego de niños para gente desocupada decieron hacerselas pasar canutas a uno de los suyos, que es uno de los nuestros.

Y el grupo decidió hacer el teatrillo, repartiendo los papeles como en la primera noche de ensayo, y le cayó al más pobre lo de ser prisionero y le hicieron las perrerías que se dan consabidas cuando a uno le toca en suerte papel tan poco apetecible, así que supongo que siguiendo el instinto que informa de lo que esperan de ellos en su papel de dueños del cotarro y del destino, él en nuestro lugar lo haría, estuvieron paseándolo descalzo, con los ojos tapados y maniatado, y digo yo, aunque no lo haya leído, que le darían algún cachete, en plan superior a inferior, porque esa sentencia culpable de trato inhumano y denigrante le queda un poco grande a algo que no duró más de un partido de fútbol. Imagino que todos estos no sabían que esas cosas que tienen reservadas a los desdichados que caigan en sus manos en caso de guerra no pueden hacerse porque no deben hacerse. Claro que para hacer el mal y saltarse las leyes, las ordenanzas o cualquier cosa que rija el comportamiento de nuestros valerosos guerreros sería más cómodo que no haya tribunales observando por encima de su hombro, más o menos como en Estados Unidos.

Pero aún con estos antecedentes se da la cosa de que todos estos mandos habían sido ascendidos con posterioridad. Claro que ocurre que el primer tribunal militar que los juzgó los absolvió porque entendió que esas cosas son propias de la guerra o de las playas canarias donde se puede ir durante el día a tomar el sol en top-less y por las noches a mirar asomándose desde la barandilla a los miembros de nuestro ejército castigando severamente a "prisioneros de guerra", más o menos como en los parques de atracciones pueden verse a los vaqueros salir de la taberna de cartón piedra para desafiarse en duelo.

Sin embargo, cosas de tribunales, llega ahora el Tribunal Supremo y dice que donde el otro no vio nada hay un delito flagrante. Son cosas normales, no cambian los hechos, pero cambian las gafas del que lo mira. Y el comandante que entonces es capitán, el capitán que entonces era teniente y el sargento primera que fuera entonces soldado tendrán que pasar por la cárcel, aunque esto es un decir, e indemnizar con 75000 euros, habrá que verlo, al soldado aquel, perdido en la noche de los tiempos.

Ellos tres ascendieron rápidamente en el escalafón. Son buenos soldados de la madre patria. Al otro pobre le sobrevino un trastorno ansioso-depresivo que determinó, a la postre, que se le declarara no apto para el servicio de armas y por tanto que se le rescindiera el contrato en el ejercito.

En mi humilde opinión el ejercito, que es esa cosa tan rara de verde caqui y traje de camuflaje, y saludo a la bandera, mira la sociedad civil como preguntándose acerca de lo que esperamos de ellos. Y nosotros no decimos nada, porque en realidad no sabemos bien para qué los queremos, ni si los queremos realmente.

Será porque en su mayor parte no hacen otra cosa que desfiles, que serán muy vistosos con los tanques y la cabra, pero la verdad es que el hombre de la calle y el que no lo es piensa de aquellos que son "un coñazo" perfectamente prescindible, que preferimos ver al Real Madrid jugando la Champions, pues quién no sabe que a estas alturas la guerras se libran en el rectángulo del fútbol, es allí donde se demuestra hoy la hegemonía entre los pueblos, y por eso desde este verano España es un poco más grande en Europa, porque la tocamos mejor que nadie. Y para quien no quiera fútbol tenemos a Rafa Nadal, que hace sus triunfos exclusividad del país, o tenemos a Contador para dominar Italia, o a Carlos Sastre gobernando el Tour, y a Gasol como una torre que pueda admirar Jack Nicholson y David Beckham. El ciudadano de a pie de este país prefiere un vermú y un tapeo a tirar dos horas viéndolos pasar con la mirada henchida y la barbilla en ascenso por el paseo de la Castellana.

Aunque también haya unos pocos, sería una injusticia no reconocerlo, precisamente hoy, que están jugándose el tipo realmente, en la cobertura que queda a los planes que un día tuvo George W. Bush. Pero por cada 100 desplazados a zona de conflicto hay mil haciendo maniobras en las playas, como si fuera en el desierto, o concentrados en plan no salir para nada de sus cuarteles.

Y en ese punto en que la sociedad no sabe si van a ser buenos para nosotros o malos, actúan como pone en los códigos del soldado de hace 50 años. Nosotros apenas vemos, leemos de disparos fortuitos, de helicópteros que caen en prácticas o de aviones que alarman a la población cruzando el cielo a la velocidad del sonido, o a veces sobre clanes latinos que se juran darlo todo a muerte, para protegerse del de fuera, que viste el mismo uniforme pero es de otro país, como nosotros de otro planeta, y miramos ese raro mundo militar y ahogamos una protesta por si esto pudiera ser distinto, pero ahogamos la protesta pasando la página, y olvidamos.

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