miércoles, 12 de noviembre de 2008

Los ladrones de Vodafone

En la farmacia puedes preguntar.

Pastillas para no soñar - Joaquín Sabina



Digamos que algunos tardes tengo la lengua afilada como si hubiera pasado la mañana sacándola punta.

Quiero contar eso de que los de Vodafone son unos ladrones bastante hortera, todo sea dicho de paso, y espero que no se me vaya a lanzar encima la justicia de este país por decir tal cosa, aunque creo que Vodafone no tiene los reflejos de la SGAE para peinar la red y encontrar aquellos que piensan que tanto unos como los otros, son unos ladrones.

Deja a la justicia que bastante tiene con lo que tiene, que no es poco. No la líes además con verdades meridianas, y que caen por su propio peso.

No es que yo le demande a Vodafone gran cosa, que por suerte son solamente 9 euros, aunque quizá son los 9 euros más importantes que tengo, porque si me callo y me quedo parado son los que me retratan como si fuera más tonto que Pifio, al que le daba igual 8 que 80. Así que mejor cojo lanza y escudo y me dedico a defender este puñado de monedas, que por suerte no necesito, para que aprendan que se me ha tomado el pelo algunas veces, más de las que me quedan por ser tomado por tonto. Y no será con estos con los que me vaya a pasar.

Para encontrar el origen de que Vodafone me deba 9 míseros euros y no los pague, hay que remontarse a los tiempos en que iba a dar esquinazo a Orange por llevar a cabo una campaña publicitaria infame tras otra, aún más infame. Es de aquel entonces que hice la jugada maestra, que no fue sino jugar con las cartas que el propio sistema te da,

ellos lo inventaron, no yo,

y unos las usamos y otros no, de anunciar a Orange mi portabilidad a otra compañía para que estos sacaran del zurrón sus mejores terminales y sus mejores deseos ahora que se acerca la navidad. Y eso hicieron, justo cuando Vodafone les anunció que perdían mi número de teléfono en su favor, y yo soy un consumidor de minutos al teléfono de los más modestos, pero mi antigüedad es pata negra, que provengo de la estirpe de los Amena primigenios, y llevo toda la vida pagando sus facturas.

He de reconocer que Vodafone había jugado sus cartas sabiamente. No inició la portabilidad hasta que supo cierto que ya poseía su terminal en mi poder. Puesto que conociendo que mi compañía iba a intentar retenerme, jugaban a que con el terminal nuevo en mis manos yo pensara que ya era demasiado tarde. Pero no es así. Hay 15 días para arrepentirse sin dar más razón.

No es cosa mía. Las cosas son así y funcionan así desde siempre, sin mi intervención.


De forma que Orange me llamó y me ofreció un teléfono gratis que era mucho mejor que el me había enviado Vodafone contra reembolso de 9 euros. Además Orange me ofrecía un año con el 40% de descuento en mis facturas. Había por tanto poco que pensar. Después de todo yo no veo tanta tele como para arrepentirme a diario por observar aquellos subproductos de la publicidad con que nos obsequia Orange para cobrarse los días en que se muestran esplendidos (tras amenaza de deserción de por medio).

Así que puse el fax preciso en los términos que querían y cancelé la portabilidad. Dos semanas después recibí mi nuevo teléfono y me quedé esperando largamente a que Vodafone enviara a alguien a recoger el que ellos me habían enviado.

Día tras día sin noticias. Esta empresa funciona de cine.

Transcurrieron varias semanas o más meses, la verdad es que no sé. Yo nunca había visto cosa igual. Muchos teléfonos deben tener para no interesarse en recuperar el que me enviaron, me dije.

Lo tienen aquí muerto de la risa. En fin, ya vendrán.

Y aparecieron al fin, tras avisarme de la llegada inminente de alguien que me lo recogería al día siguiente, advirtiéndome que tras la recogida, en tres días me harían devolución del dinero pagado contra reembolso, esa es la dinámica,

así funcionan (en teoría)

no me la inventé yo.


Pues bien, ha pasado más de un mes y sigo sin noticias del dinero. Obviamente he llamado al 902 de la tienda Vodafone para interesarme por si las lluvias hicieron que el de Seur quedara inmovilizado en mitad de ninguna parte. O acaso el camino hasta la nave industrial en Madrid estuviera plagado de minas y una hubiera podido estallar al paso de mi móvil por encima, quedando mi móvil completamente destruido, aunque el resto de objetos de valor intactos.

Pero no, tres días después de recogido fue entregado en perfecto estado. Ni me lo quedé yo ni se lo quedó el amigo mensajero, así que sobreviene la pregunta del millón:

¿Dónde están los 9 euros?

He llamado un par de veces, pero no me saben decir más que es cierto que se me tenían que haber devuelto, pero no se ha hecho. A lo que yo digo,

- Sí, no se ha hecho.

Y por un instante operadora y un servidor estamos de acuerdo.

Entonces la operadora recobrada me dice que va a poner una nota que debe ser un post-it en la pantalla del ordenador dando parte a Contabilidad, administración o facturación, que son los encargados de hacer cuadrar las cuentas y que salgan sin atisbo de crisis.

Y es aquí donde creo que entran en juego mis 9 euros. Que son de vital importancia para cuadrar las cuentas del operador internacional, si se desprenden de ellos es como si a un taburete le quitas una de las patas. Se cae con peso. Y bastante peso soportan estas grandes marcas en estos tiempos tocados por la recesión y la falta de liquidez.

Yo le digo:

- Y cuando se prevee que me sean devueltos, vamos por hacer una estimación, por si tengo que volver a llamar.

Y ella, a domingo me dice que lo normal, si lo quieren los astros, es que me caigan del cielo directamente a la cuenta el miércoles. Que otra cosa sería raro.

Yo le digo que muchas gracias, muy amable, y dejo correr la semana porque no soy de andar persiguiendo a nadie, ni quiero resultar a plomo en nada.

Aunque cumplidas dos semanas vuelvo a llamar, por aquello de dar señales de vida y que no crean que igual me he muerto en el ínterin, y pueden convertir mis 9 euros en una rosa para mi entierro.

Me atiende otra moza, que me dice que ya me lo tenían que haber pagado, a lo que yo digo:

- Me parece que sí.

Y de nuevo han pasado 4 días sin noticias. De manera que no puedo sino preguntar:

¿Acaso mis 9 euros sirven para pagar el sueldo de Hamilton como si fuera el mismísimo Banco Santander? Conviene recordar que McClaren lleva esto de Vodafone en la parte de atrás, y sospecho que salir ahí no ha de salir barato precisamente.

Así que dejo constancia aquí de mi cruzada contra Vodafone que no devuelve lo que no le corresponde. Y quien dice que no soy un grano de arena en el desierto, y que no hay un millón de personas más como yo, esperando por 9 euros que salieron como un bumerán pero no van a volver porque hay alguien disparando al plato. Actúa como hacía Robin Hood, pero en vez de repartir con los pobres, se lo queda para si misma.

Y así con muchos resulta una fortunaza para anunciarse por la tele. Yo también lo haría si pudiera. Pero no tengo más que un blog.


¿Cuál es la próxima estación?

¿Volver a llamar?

Dejarlo por imposible.

¿?

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