sábado, 8 de noviembre de 2008

Las compras

Propongo corromper al puritano.

Jugar por jugar - Joaquín Sabina



Belloch ha paralizado la compra de 36 sillas al módico precio de 2600 euros la unidad. Lo aprobaron como cosa hecha el otro día, pero no me digas por qué se ha montado tremendo revuelo en Zaragoza por el gasto. Si se gasta será porque se puede, vamos digo yo.

La inversión total en sillas ascendía a 96.590,88 euros, que es poca cosa si uno puede asentar sus reales sobre su sobrio estilo italiano. O mejor aún, sentar el culo en una de ellas y lanzar los pies para apoyarlos en otra enfrente, como Aznar en casa Bush. Incluso rizando el rizo, culo en una, pie derecho en otra y pie izquiero en una tercera. Casi kilo y medio (pesetas) espatarrado, como si uno hubiera comprado un coche en vez de tres sillas.

Pero es que a lo mejor, aunque por la foto no lo parece, son de esas que te dan un masajito para reposar la comida, que digo la comida, que esa gente no acude por la tarde, quiero decir el almuerzo. Le pulsas al botón y pasas las últimas 5 horas de la jornada laboral echando un pestañeo.

Aunque su compra motive después que haya que poner también unos lavabos de esos de anuncio, con taza en el excusado incrustada en oro, para que el trasero funcionario cambie la comodidad y acabados italianos por lo mejor de nuestro diseño nacional, a la hora de hacer de vientre, entre vapor de rosas. No vaya a haberse acostumbrado el cuerpo al lujo y al glamour de las nuevas sillas y el aterrizaje de las posaderas sobe un váter convencional, de esos de tapa plástico, desemboque en una baja médica, perfectamente legal y convincente.


Lo que no sé ,es si gastar ese aguinaldo en sillas nos iba a alcanzar para poner algo más en la sala de reuniones o más aún, en todo el edificio administrativo. Que igual era un edificio de esos con los ladrillos colocados en forma de torre humana, con cantidad de huecos para ahorrar ladrillos, levantando una pared igual de alta, con el consiguiente ahorro en aire acondicionado para el verano, que en invierno todo se arregla poniendo guantes y bufanda o poniendo carteles electorales por el lado de dentro, lo que servirá para influir desde ya, subrepticiamente, sobre las visitas además de dar salida a todo ese papel de gran calidad y que caducó con la victoria.

Lo malo es que tengo la sospecha de que el edificio no debía ser de los que le faltara ninguna cosa, sillas si acaso, y sospecho también a estas horas, que tal vez el bullicioso transeúnte aragonés haya llegado a tiempo, con su grito en el cielo, para paralizar la llegada de esas joyas del confort, recate de pasarela, pero no para detener lo que llegó antes en silencio y sin dar canto contra quicio de puerta. Porque no me voy a creer a estas alturas que se compran sillas de medio kilo (en pesetas) para ponerlas alrededor de las mesas de plástico que montan los bares en las terrazas.

Más bien creo que ese edificio se parecía cada vez más a los palacios que dejó Sadam el día que lo apresaron en un zulo de Bagdad.


Dicen los que se quejan que es un despilfarro, porque han descubierto que sí, que estamos en crisis y más que lo vamos a estar. Con pufos sangrando como heridas. Así que la ocurrencia no ha sentado bien, más o menos como si el veterinario nos aconsejara cambiar la dieta del perro por favorecer la vida de sus garrapatas.

Así que Belloch que el otro día aprobó la compra con el fin de invertir en productos italianos para favorecer la relación bilateral, aunque esto no se ha dicho, tiempo al tiempo, ha decidido descartarla ahora por comprar sillas que cuestan la mitad y que ya entonces se le ofrecían. Pero entonces no le parecían los suficientemente caras, o lo que es peor en ese momento no sabía lo que se le iba a venir encima.

Yo que soy muy mío y de pensar lo que me da la "o bama", opino que solamente esta elección, sillas baratas, sillas caras,

báscula a ver que pesa más,

y escoger las caras, de primeras, es razón suficiente para revuelta popular, incendio gobernación y cese como en el fútbol. Que le quede a Belloch el exilio como un retiro dorado donde invertir su patrimonio en sillas.

Pero ahora reconsidera. Gastar CIEN MIL EUROS en sillas quizá no es tan buena idea. Y escoge la otra opción, que ha permanecido esperando callada o quizá fue la que hizo saltar la liebre entre la gente que hace cola en el INEM para buscar empleo. Después de todo esa gente se sienta en sillas de respaldo duro para esperar el turno en la máquina de luces rojas, con ese cuerpo rígido sobre el esqueleto anquilosado que sujeta todos los asientos, que los sujeta con los pies en la tierra y que logra que se huelan la desesperación unos a otros mientras esperan, con la mirada fija en la mañana perdida.

Digo yo que Belloch se moverá ahora con cierta vergüenza para reconocer que tal vez la decisión fue precipitada, seducido como estaba por el diseño innovador que hace parecer el paraíso a una silla, y quizá le avergüence sentarse en sillas ¿baratas?

Pues fíjate que tal vez una silla de 1300 euros, como las que van a poner al fin, multiplicadas por 36 que necesitan no me parece barato tampoco.

Yo los veo más para sillas de plástico y ceniceros del McDonalds.

Claro que uno mira fuera de las fronteras y se encuentra a Palin comprando ropa de lujo para toda la familia. Varias decenas de miles de dólares por encima de los 150 mil dólares admitidos hasta ahora.

Así las cosas esas sillas primeras son una buena opción.

Nos rescatan de la mediocridad. Parecemos mejores de lo que somos.

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