jueves, 28 de enero de 2021

Esta joya de la cámara traspapelada apareció ayer por casa de mi hermano Iñaki. Se la he puesto a Pablo y me ha dicho que es él, porque le ponemos a menudo cositas de cuando era más pequeño y porque supongo que se le parece un poco. Pero el del vídeo es mi sobrino Iñaki, que con las instrucciones que le di ese día ya va mediando la carrera de medicina. Y el joven que lo acompaña soy yo de joven. Un Djokovic de finas hebras elásticas. Sin un pelo fuera de sitio el día que quise encauzar su vida y quedar para la posteridad como alguien joven y delgado. 

Que no es que ahora no lo sea y no lo esté, pero mi juventud es distinta o menor, y mi delgadez es menos delgadez de la de entonces. 20 años son muchos años para Ana Obregón, más han de ser para mí que no pongo cremas ni me operan todo lo que tendría que operar. Que es todo menos lo único que yo habría cambiado de joven. Una vecina mia se hizo una rinoplastia de pura coqueta y yo me la habría hecho también de haber sido más caprichoso. Mi cara con estas gafas negras y está nariz prominente es como una de esas gafas con nariz enorme incorporada que venden en las tiendas de bromas y disfraces.

Sin embargo me veo en ese vídeo hoy. Aún con tan baja calidad como tiene y me digo que no había que cambiarme nada. Era como tenía que ser. Que tenía una cara con personalidad gracias a esta nariz. El Cyrano de finales de siglo. Bien guapo de joven. 

Como alguien me dijo hace un millón de años, un auténtico bombón.



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