viernes, 8 de enero de 2021

Tras la enésima apuesta no premiada de Primitiva existe solo una conclusión, el premio está dado de antemano. Se premia a alguien más alto, más gordo, más bajo o más fino que yo, o quizá a alguien más calvo o definitivamente, con más pelo que yo. También puede ser que se le dé el premio, uno, todos, a alguien como yo, exactamente igual, uno de los sosias que tengo vagando por el mundo, de los que he referido alguna cosa en el pasado, a los que me he encontrado con más frecuencia de la que podía esperar. Puede que vayan a parar a la cuenta corriente, por ejemplo, de Fabiano Caruana, uno de mis dobles más famosos, y que ninguna falta tenía de ser agraciado con esos millones, teniéndolo ya todo, inteligencia dinero y belleza. 

La conclusión es clara, el sistema tolera mi supervivencia pero no pretende para mí Una vida mejor? 

Sigo mi búsqueda del hecho desencadenante, del suceso que abra la espita para esa lluvia de millones, y reparo ahora que siempre adquirí los boletos para mí, y puede que está pretensión y la actitud que lleva implícita sea precisamente la razón por la que los millones invariablemente pasan de largo.

Para el próximo Euromillón tengo que comprar boleto pero como si fuera otro, como si yo no fuera yo, como si fuera, por poner un ejemplo, Fabiano Caruana. O con el pensamiento de que la fortuna no es para mí, tan egoísta como suena, sino para los míos, los que quiero y me quieren, ... para Pablo.

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