Aquel era un malo de verdad. Pero se confiaba a un bien superior y más valioso, pues su proceder, su rigor y exigencia salva vidas. Le decía al abogado con mucha mala leche aquello de que en el fondo tú me quieres allí, aunque no lo cuentes con los amigos, porque soy el que permite que todos vosotros podáis dormir por la noche, en la seguridad que yo os proporciono. Así que sigue tu camino y no cuestiones el modo en que te la proporciono.
Habla de honor y de salvar vidas. Sin embargo no hay duda de que es el malo de la película y va a terminar teniendo que escuchar al abogado -yo no soy su hijo, soy un oficial de la Marina de los Estados Unidos, y usted está arrestado, hijo de puta-.
Le espera así un Consejo de guerra y una carrera militar destruida.
Pues entre aquel malo y estos malos que tenemos aquí yo prefiero sin lugar a dudas aquel. Con toda la inquina que se le coge. Nadie podría imaginar al coronel Jessep quitándole la vacuna a un viejo por vacunarse en su lugar. No cargaría en la conciencia con que alguno del próximo medio millar de muertos que a buen seguro se está produciendo entre hoy y mañana pudiera salvarse por la vacuna que emplea en si mismo. No diría Yo antes que nadie. Pues siendo tan malo como es la premisa fundamental del personaje es salvar vidas.
Deja que repita: SALVAR VIDAS.
Aunque nada más sea un personaje de un guión. La ficción es siempre de mayor calidad que la realidad.
El objetivo de todos estos es salvar su propio culo. Y decirnos encima que hicieron bien.
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