Vuelvo por donde están las palabras. Y vuelvo como forastero que no escribe, que se pasea, que espera, que permanece de pie, entre estanterías de pijamas que se venden solos, y calzones a mejor precio si te llevas tres. Paso el verano peleado con las palabras, con las ideas, como un escritor que ya no escribe, y no porque se enfadara con las palabras, son inocentes, sino porque el tiempo puede ser perdido de distintas formas, y hallé otras, más caras y entretenidas. Copando de flechas un territorio hóstil, con una amazona griega en Diablo II.
Sin embargo, ¿qué tienen los bigotes que parecen todos autoritarios? Cuando veo a esos sujetos, jefes y subjefes de un minúsculo departamento, de camisas o jerseis, de ropa interior, cuando veo como le hablan a los que son sus subordinados, con esa chulería, con esa falta de respeto a veces, con esos malos modos, me dan ganas de convertirme en el señor Isidoro, jefe supremo, casi Dios entre las ofertas, y bajar los humos, los bigotes, a más de uno. Y de pie, en el trance de acumular ventas, fabulo con ese manda más que les corrija, que les trate con la misma dureza que ellos reservan a los eventuales, para oirles llamar de usted, mientras se dejan caer el cinto para lo que haya de venir.
No he conocido lugar con más jefes por metro cuadrado, y aunque la casi totalidad no hacen nada, permanecer empanados en la mitad de un pasillo, aun se permiten perdonarte la vida cada vez que les ruegas una firma en un nulo, cuando es ese y no otro, firmar a cada rato un papel, todo su trabajo.
Y no es que a mi me trataran mal especialmente, no, apenas oigo una mala respuesta procuro por mi salud mental poner un tramo de por medio, y busco otro jefe distinto a la siguiente ocasión. Que por mucho que fabule, jerarquias las hay hasta en el ejército, que aunque no tan marcadas, donde manda patrón no manda marinero, y cada uno es libre de creerse dios de un palmo de terreno, así sean dos estanterías.
Después de todo, en la vida hay diversas clases, y los más favorecidos se ocupan sin duda de mantener las distancias, o aún más de acrecentarlas aunque sea verbalmente, o por ademanes.
Lástima tantas horas, ¿verdad? ¿Has vivido en la amargura?
Aunque para sinvergüenzas los últimos inquilinos del piso de la hermana de mi Sestea. Una tipa que lo mismo se desayuna coca que heroína. Llevó mi Sestea todo el mes de Agosto peleando porque le pagarán el alquiler, y ayer mismo tuvimos que llamar a la policia para que hicieran un parte. No nos había abierto en toda la tarde pese a que habían quedado en salir del piso. Y tras insinuarnos que igual se quedaba así, como un parásito en el perro. Llegaron gorra en ristre dos agentes, y nos miraban conprensivamente, y como diciendo ¿Cómo le habéis alquilado el piso a alguien así? La misma mirada que yo dirigía a Majo.
Hoy la cuestión ha acabado, la tipa ha salido del piso sin hacer frente por supuesto a la deuda. Nadie se la pide en realidad. María José ha podido recuperar el piso, que no es poco, y deberá a partir de ahora estar más atenta a los detalles de una mala cara al tratar lo económico del alquiler, para que no haya sorpresas. Porque si tiene que pagar el crédito de ese piso, mejor hacerlo con ayuda.