miércoles, 29 de agosto de 2007

Digo, digo, digo

No falta quien dice que siempre se nos van los buenos. Se refieren, los que lo dicen, a los buenos de bondad más que otra cosa, aunque lo cierto de veras es que la bondad o la ausencia de aquella solamente la conocen los más allegados.

Se ha ido Emma Penella, actriz de tercera edad para papeles en que la actriz tiene que parecer una persona mayor. Porque andarán diciendo por ahí que los productores de Hollywood, que producen casi cualquier cosa, y así les quedan a la postre, bien podrían, sin mucho esfuerzo los expertos, echar los años encima de Catherine Zeta Jones a base de retoque informático y efectos especiales. Pero se la seguiría intuyendo debajo, como disfrazada. Si queremos que un personaje aparente ser mayor deberemos contar en el reparto con alguien que tenga los 60 o 70 cumpliditos. A mí me parece que Emma Penella logró lo que otros y es un mérito, aunque menor en la interpretación, siempre hizo de ella misma. O al menos sus personajes se parecían mucho, como si fueran el mismo con el discurrir de los años.

Se fue Antonio Puerta, que llevaba las trazas de ser un buen futbolista. Con 22 años tan sólo, con lo lejos que quedan. Quizá de alguna manera se llevara tan bien las escasas posibilidades de cambiar el rumo de esa selección nacional huérfana de éxitos. Un chaval joven y rico, viviendo un sueño que se quiebra en el mejor momento.

Muere Francisco Umbral, el más trascendente de los tres aunque su obra no diera para abrir la primera plana grande de los periódicos por la competencia de las otras muertes. Al menos de los que hojee. Era Umbral un ser pagado de si mismo, dicen los que lo conocían, pero escribía como los dioses, dicen también. Ambos tienen razón, y lo uno se dio como consecuencia de lo otro, probablemente.

Esta es de las tres, la que he sentido más, porque Emma se hizo habitual de las noches, como una vecina dicharachera y va a dejar un hueco difícil de llenar, Antonio nos mostró al morir la sinrazón de estar vivos por no saber por cuanto tiempo y le dio al aficionado al fútbol un gol de bandera que dejaba fuera a los alemanes, pero Umbral me maravilló con algún párrafo imposible de mejorar. Y estoy deseando coger su libro "Mortal y rosa".

Él quería hablar de su libro en aquel programa que causó tanto revuelo, pero los libros están hechos para leer.

lunes, 27 de agosto de 2007

De mí

Vuelvo tras agotar las visitas programadas. Con algún kilo de más de comer tan bien y tan fuera, y sin recordar apenas como llegar hasta aquí.

Hoy me han dejado y sin embargo no me he quedado solo.

La bella y el soldado

Mis sueños son una broma cruel; se burlan de mí.

Vanilla Sky




A él le llaman sargento Ziegel, supongo que porque lo es aún después de la guerra (de que acabara para él). Ese recorte es del día en que se casa, del día de su boda, con el uniforme de gala y las medallas.

Le estalló un coche bomba en Irak el día en que estuvo en el sitio equivocado a la hora equivocada. Eso debió pensar ella el día en que se lo regresaron arrasado, literalmente. En la foto se la ve algo confusa como no sabiendo como posar para dar bien. Quizá atenta a algunas indicaciones que le diera el fotógrafo para que el álbum quede lo mejor posible. Las fotos son recuerdos para toda la vida, un momento indiscutible e imborrable. Posa el peinado más favorecedor, y con la cara de niña que no comprende bien o que se vio superada por acontecimientos demasiado chocantes como para haber tomado conciencia. Es muy probable que hubiera despedido un día a su novio ansiando volverlo a ver, pensando de corazón que era un héroe e instalada en la certeza de esperar su regreso para desposarse y compartir una vida juntos. Muy probablemente habría anticipado, siquiera mentalmente, esa boda un millón de veces. Se la habría imaginado, y es fácil que lo viera a él con aquellas ropas elegantes, quizá incluso con algunas medallas menos. Sin embargo a la vuelta de la guerra no volvió aquel chico que ella despidió emocionada, volvió este otro que tenía los mismos recuerdos que ella de ese tiempo, el que fuera, que habían vivido juntos. Tenía el mismo nombre y el mismo apellido. No cuesta imaginar que el sargento Ziegel se salvó de milagro, y que quizá ella sea la persona que deba darnos la lección magistral de lo que es el amor.

Porque quizá la vida sea tan solo una, y quizá ella decidiera de verdad que la había de vivir con él, por ser el mismo que la enamoró aunque no lo pareciera. Después de todo otros cambian con el transcurrir del tiempo por dentro y en la forma de tratarlas como para terminar la vida en una guerra constante. Y ese cambio de ámbito doméstico es tan perceptible para ellas como el que desfiguró públicamente al sargento Ziegel para siempre.



También puede ser que esa foto sea un accidente en el que se convertirá un día esa ceremonia. Que ella decida que lo perdido valía tanto como el todo. Que era joven y que tiene la vida entera por delante como para dedicarla en aquella compañía. Vivimos un mundo gobernado por la imagen.

Entonces el amor habría muerto en una cuneta de Bagdad.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Los abrazos

De todos sus conocidos ella era la única que lo creía: esta vez era verdad que se iba. Pero también era la única que tenía al menos un motivo cierto para esperar que volviera.

El general en su laberinto - Gabriel García Márquez.


Es cosa mía, sin duda. De como soy, y de donde vengo.

Tuve a mi familia aquí, pasaron casi una semana entera, y no diré que me alegré terriblemente de verlos porque esos calificativos se los adjudico generalmente a las cosas malas. Pero fue una alegría volverlos a encontrar, tras tanto tiempo. Desde Marzo, para qué hacer cuentas.

Cuánta verdad es que la vida da muchas vueltas. Hablaba el otro día con una clienta que ha enviudado hace poco y me contaba lo inesperado de la muerte. Supongo que uno dice que sí, que estaremos juntos toda la vida, pero la verdad es que no sabe cuánto será eso. Podría ser muy poco.

Sin embargo durante esta semana de reencuentro, unido a los 13 que llegaron vine a darme cuenta de que apenas recibo abrazos. Y no hay nada en mi semblante que permita intuir que quizá los necesito. Creo que todos ellos, incluidos mis padres son un poco como yo, que soy de tocar poco, tan distinto al carácter de aquella canaria que conocí un día, que iba por la vida de abrazo en abrazo, como entre lianas sin tocar el suelo, y poniendo besos desde cerquita.

Pero yo sigo persiguiendo a mi madre como antaño, para agarrarle por detrás lo que sustituyó la delgadez de otro tiempo, para palmearle el culete y para abrazarme como Cruise en Minority Report. Me he hecho físicamente mayor que ella, pero un día me tuvo dentro, aunque no por mucho que nací con 7 meses mal contados y con el peso de una pluma.

Soñaba el otro día y reparé no sé bien, en la amanecida, en el hecho de que recibiera cariño con cuentagotas, sin necesitar más, y me vi de repente, no sé porque, como una figura de sal inmóvil.

Me había convertido en una estatua.

domingo, 12 de agosto de 2007

Remendando

A veces no basta con cumplir lo que se pide. Capello lo sabe.

Sin embargo hay que acordarse de lo lejos que parecía en la temporada 2005/06 que el Real Madrid ganara algún título, siquiera la Copa del Rey. Y ocurrió igual durante casi toda la temporada pasada, un poco porque el equipo no jugaba ni castaña, un poco porque los títulos se ganan consiguiendo puntos de 3 en 3 y no perdiendo tantos por el camino.

Pero el Barcelona ya no era el Barcelona que había sido. Los jugadores hacían la guerra por su cuenta, con los egos hinchados algunos, de excesiva parranda otros tantos. Y tanta relajación trajo consigo dar vida a un muerto. Un muerto que hacía un fútbol feo pero efectivo. Con algunos de sus jugadores, que habían estado casi siempre de vuelta de todo, exprimiéndose al máximo en su ocaso. Y con David Beckham que se había comportado como un profesional dispuesto a sudar la camiseta siempre renacido al fútbol de su derecha mágica, que pone la bola tan certero como debía entrarle a las chicas antes de Victoria, y quizá después. Llenando de músculo el centro del campo para ver si a Guti se le encendía la chispa el breve instante que da un gol servido en profundidad. Con ese celebrado con alborozo y a ser posible todos juntos debía bastar.

Ese era el manual de Capello cuando lo trajeron. Sabían cómo eran sus equipos, un cerrojo oxidado y dependiente de un delantero rematador, disciplinado y oportunista. No engañaba a nadie, su fútbol era tan aparente como su rostro.

Pero Calderón quería otra cosa. Quería fútbol en mayúsculas, quería el fútbol que era capaz de describir con su verbo florido y fácil (para él) Jorge Valdano. Pero ese fútbol depende del estado de ánimo, y depende de la confianza, y por fin también depende de los futbolistas.

Por eso no es fácil que Bernard Schuster consiga ramos de flores de los pañuelos del socio y abonado. Porque existe un equipo a imagen y semejanza de Capello, y eso es más de lo que fue el Real Madrid en el último lustro.

Capello contará por tanto sus millones de euros de un contrato extinguido pero pagado hasta el último céntimo en su Italia querida, echando de menos tal vez el jamón de bellota de Madrid que es una ciudad con venas palpitantes bajo la superficie. Y tendrá seguramente el placer de ver el despeño de Bernard Schuster que será el mismo de Calderón, y el mismo de Mijatovic que prefirió agarrar el sillón en que se sienta antes que defender a capa y espada un proyecto que era una apuesta personal y que salió todo lo bien que podía haber salido.

Si Mijatovic hubiera unido su destino al de Capello habría callado algunas bocas, y habría dado una lección a tantos que van por la vida haciendo las cosas regular.

Gracias que en el fútbol solamente cuenta la ilusión. Y la ilusión es solo cosa del futuro.

sábado, 11 de agosto de 2007

La familia

No vengo más que para escribir unas líneas que no alcanzan casi para nada. Para advertir que desde el lunes pasado tengo a mi familia conmigo. Alojados en Parres distante apenas dos kilómetros de mi casa. Han venido con los nanos y entre todos suman 13 personas, lo que supone toda una odisea a la hora de comer.

Tienen al lado de casa un caballo al que los críos llamaron Rayo por escoger un nombre aunque luego descubrieron que su nombre real era Nevado, por las motas blancas sobre el lomo. Y mudaron al nombre nuevo sin problema. El pequeño dice que el caballo ya lo conoce.

Se quedan juntos hasta el domingo. Mañana vamos a Santander y cenamos en Casa Poli, en las Puertas de Vidiago. Es un sitio en el que no admiten reserva pero nos van a reservar.


Antes que a ellos tuve aquí a Fer y Teresa, amigos de Valencia. Y después de ellos llegará conmigo Sestea para enseñarme que en realidad no pasa el tiempo. Parece que sí, pero es un efecto óptico, como la imagen del espejo. Todo permanece.

martes, 7 de agosto de 2007

Si tú no vuelves

Dime amor, amor, amor, estoy aquí ¿no ves?
Si no vuelves no habrá vida,

no sé lo que haré.

No sé lo que haré.


Si tú no vuelves - Miguel Bosé (y Shakira)

sábado, 4 de agosto de 2007

El agua

¿He contado que llevo tres días duchándome con agua fría?

Pero no es agua del mar Cantábrico, que es de todos conocido lo bastante fresca que es, a juzgar por la temperatura estoy casi convencido de que me brota directamente de algún manantial en la cima de los Picos de Europa. Justo por encima de ese puñado de valerosos que se resguardan de avalanchas de nieve. Sospecho que se encuentra justo en el estadio anterior a formar una fina película de hielo, claro que como cae con meridiana fuerza por el teléfono del grifo no llega a congelarse, aunque hiele lo mismo.

Por supuesto ponerse debajo es tarea de valientes o de seres inanimados que no sientan. Yo dejo que me congele las falanges hasta los tobillos antes de asomar la cabeza y el resto del cuerpo. Lo cierto es que te terminas acostumbrando, a costa eso sí de perder gran parte de la sensibilidad innata de la piel, claro que luego la recuperas, obviamente ya fuera del agua.

Ahora bien, es casi seguro que estas duchas polares han de resultar beneficiosas para el organismo, ¿y cómo dejan la piel? Entre tierna y abotargada, casi, casi como la de un bebé.

Vamos que se sale de la ducha hecho un chaval y con unas ganas de repetir que por no sudar voy a hacerme llevar a todos lados en un carrito en que quepa, me vale de supermercado.

No me digas que se estropeó esta vez. Sólo sé que esto funcionaba por el milagro de la electricidad y dejó de hacerlo. Por lo que se ve el calentador estaba anclado en el agujero que hay en el techo de uno de los armarios empotrados. Así como suena, allí estaba cuando llegué. Pero no parece que tenga ninguna luz advirtiendo que funciona o que no lo hace. Es un gran barril de metal muerto.

Menos mal que tengo el portátil; y la playa.

En la playa

Me he quitado un pelo que sobresalía de la patilla derecha y resultó ser una cana.

Portátil

El lunes pasado me compré un portátil. Un ASUS con procesador Intel Centrino Core 2 Duo Plataforma Santa Rosa a 1.80 Ghz, con 2G de memoria, 160 G de disco duro, tarjeta gráfica de hasta 896 Mb Nvidia Geforce 8400. Tiene cámara de 1,3Mpx y Bluetooth. Viene con el sistema operativo Windows Vista.

Lo estoy echando a andar.