sábado, 31 de diciembre de 2005

Un 31 para acabar

Creí que despediría el año en este espacio un 25 de diciembre, el que menos sabor a Navidad tuvo, pero vuelvo un punto desválido en esta mañana de lluvia fina mientras hago tiempo para recoger a Angel (amigo desde la infancia de la infancia, hace tantos años). Es curioso, no recuerdo apenas nada de entonces, vivimos sin duda muchas vidas, todo aquello que vivió el niño que fui quedó suspendido donde flota lo olvidado.

Gracias por visitarme Amparete.


Feliz 2006.

domingo, 25 de diciembre de 2005

Se va el año

"Dame veneno para morir o sueños para vivir".

Gunnar Ekelof



Es curioso lo rápido que pasa el tiempo contemplado a años vista y lo lento que se hicieron y se harán algunos días. Este año que termina fue el escogido para volver a contar lo que vivo y digo, este siglo XXI que tanto miedo daba a los ordenadores de todo el mundo, temerosos de que el año 2000 los hiciera volver a 1900 en una involución sin más revoluciones que la de ver correr la sangre.

El 2005 ha sido un año de guerra y de muerte entre otras muchas cosas. Y nos afecta tan poco como a las manadas o rebaños la muerte de los semejantes que sobreviven en la periferia, aquellos que por no estar rodeados y protegidos como un núcleo, ofrecen sus cuerpos para el arañazo asesino de los depredadores.

Se nos va el año y apenas sí viví el espíritu navideño. Me lo arrebataron para reflejarlo en los cuentos y colgarlo de los escaparates. Como si el fin de año no fuera sino una noche más entre tantos días. Tan inconsciente soy pues en realidad mis 31 de diciembre están como todos los días, contados. Puedo saber con certeza cuántos viví hasta hoy pero no cuantos quedan en el horizonte del porvenir.

Brindaré por que sean muchos y felices. Y en mi felicidad tienen tanto que ver mis amigos y familiares que les ruego que se queden contentos y risueños bien cerca. Me va la alegría en ello. Dispuestos a escuchar mis desatinos, alguno colgaré de esta página y otros los contaré a los oídos para que pueda olvidarlos antes, que las palabras arrojadas al aire se las lleva el viento.

Feliz año 2006, que sea mejor que el sueño que esperamos.

sábado, 24 de diciembre de 2005

Valentías

Me decía el otro día un amigo que había sido muy valiente. Que lo había sido por apostar fuerte por la opción de dejar tanto atrás para embarcarme en una aventura nueva, no exenta de riesgos, lejos de lo que ha sido y es hoy mi casa.

En realidad no hay un ápice de valentía en la decisión de lanzarme a la conquista de mis objetivos personales en Asturias, que es además una tierra de gente noble y paisajes de belleza incomparable.

No puede existir valentía en aquel que sigue un camino cuando este es solamente un pasillo. ¿Qué es un pasillo sino una trámite temporal entre dos espacios? Los pasillos no son sino meros conductos entre destinos. Detenerse en él no llevará a ninguna parte, las metas del que cruza un corredor son el resto de las estancias, aquello que persigue cuando se pone en camino.

La verdad de las cosas es que yo no he tenido más opciones, me muevo porque es manía de los vivos y avanzo porque conozco bien que detenerse es solamente una forma de perder el tiempo. No he sido valiente pues he seguido hacia adelante el único camino ante mis ojos. Confiado a que no habré de equivocarme, resuelto a solucionar los problemas que se me irán planteando.

Y en ese quehacer exento de heroicidades me he sentido tremendamente afortunado y en algunos minutos solo. Pero he descubierto que soy capaz de ilusionarme aunque algunas de mis ilusiones marchitaran con el tiempo y las personas. Y digo que sin embargo en estos días me sentí arropado. Y sentí la cercanía de algunos esforzados en facilitar las cosas. Ya nada parece tan difícil.


Aposté por ese futuro y los indicios no han podido ser mejores. Ya tengo un destino para mis pasos. Llanes que debe ser el paraíso que perdió Adán y Eva (ni ellos ni yo lo merecemos). Las playas más bonitas del Cantábrico de frente y los bosques de los Picos de Europa a la espalda. Un paraje sin igual para demostrar lo poco o mucho que valgo y para ser feliz. Consumiré todas mis energías en ambas tareas.

¡Qué bueno haber apostado por este camino y poseer tan buenas sensaciones! Tras tanto rodeo del camino parece que se vislumbra luz...

martes, 20 de diciembre de 2005

Mundos nuevos

"Los mundos nuevos deben ser vividos antes de ser explicados".

Alejo Carpentier



Las cosas me van bastante bien, sonrían por favor amigos míos. Me tienen ahora un poquito más lejos, pero estoy a una llamada telefónica de distancia, con la mayor predisposición a contestar todos los correos que me quieran enviar nada más tenga conocimiento de su existencia. Estoy dispuesto incluso a recluirme en un chat con alguno de ustedes para explicar tantas novedades como estoy viviendo y poder oir además las suyas.

No diré que todo es perfecto porque la perfección es solamente una idea, irrealizable por más detalle. De vez en cuando siento el aguijón de la tristeza que es un dolor de corazón. Pero ocurre pocas veces, las más me muevo ilusionado, consciente de mi suerte. Tantos proyectos en la cartera que solamente pido más salud para ustedes y para mí. Sentirles cerca y esa pequeña dosis de suerte para facilitar las cosas. Que trabajo pondré hasta llegar al justo límite de caer rendido.

Y puestos a pedir, si es que pedir puedo, menos muerte, menos dolor, menos guerra.

Seguiremos en contacto.

miércoles, 7 de diciembre de 2005

La vida que queda

Hace poco me dispuse a la confección de un relato temático. Tenía la idea y un comienzo, pero se quedó ahí. Y yo en el mismo estado que el marido que llevó a la mujer al hospital por tan seguidas contracciones para descubrir desde la sala de espera que fue una falsa alarma. Cuando uno escribe se está retratando, incluso en los relatos que inventaron otros protagonistas, incluso desde otros nombres algo queda de cada uno en su propio texto. Yo sé que siempre he tenido diversas y recurrentes obsesiones a las que he vuelto como se vuelve a todo en esta vida, que no es más que repetición incesante. Pero si uno se deja trocitos de si mismo en cada texto surgido desde la imaginación mucho más en estos textos que son como un diario de lo que acontece en la cabeza. Por supuesto uno no puede abrirla para mostrar su interior impúdicamente, necesita guardarse cosas. Cosas que quedan bajo la llave del secreto, ocultas o invisibles.

Hace algunos meses me contaba mi padre una conversación que tuvo con un ex-compañero de trabajo más mayor que él. Ambos están jubilados y hablaban de volver al País Vasco. Aquel amigo de mi padre por ser nacido allí y por tanto tiempo vivido en esas tierras no podía desear nada con más intensidad. Sin embargo, en el discurrir de la conversación llegó a la conclusión que con su edad, sus achaques y con los de su esposa no podrían volver. Que ya nunca más regresaría donde fue feliz (aunque aquí también lo hubiera sido). A mí aquello me pareció alguna de las cosas más tristes que oí nunca. Porque he creído siempre que a aquellas conclusiones sin remedio se llega en el silencio de unos pasos cautelosos. Que alcanzar esa resolución queda para el abrazo de la almohada. Que nadie reconocerá renuncias a viva voz. Que a todos nos ha de quedar la posibilidad remota de lograr lo que se quiere. Que exponer públicamente la imposibilidad es aniquilar la esperanza, y la esperanza es la liana que nos mantiene. Si alguien abre la boca para exponer que ya no será posible, y si a ese alguien lo conozco, moveré cielo y tierra por cambiar su opinión. Le mostraré un camino nuevo que estaba aunque oculto. Porque cuando uno empieza a andar está más cerca la meta. Cada paso un poco más cerca. Tras la cuesta vendrá el dulce descenso, el aire fresco de frente.

En apenas dos días inauguro la vida que me queda. Y lo hago con una mezcla de sentimientos. Expectante ante lo que me voy a encontrar y con la mochila de mi vida llena. El pasado no existe, vivimos en el presente y cada recuerdo está vivo al ser recordado y forma parte de ese presente. Por eso el hombre es un ser tan complejo, porque guarda dentro un archivador de compartimentos infinitos. Y en los momentos de soledad echa mano de lo necesario, en el trance de una evocación tan real como la vida.

Salgo el día 9 hacia Asturias con la esperanza intacta para un renacimiento. Para inaugurar la vida que me queda, dispuesto a tocar la felicidad con mis propias manos como hice tantas veces. Durante algún tiempo permaneceré mudo de letras para este espacio, un tiempo indispensable para fijar mi sitio, para hallar los medios de volver a contar.

A todos, amigos, visitantes, un millón de abrazos.

jueves, 1 de diciembre de 2005

Sillones

Ayer estuve con un amigo en una feria. Echando un vistacillo y probando todo aquello a nuestro alcance. Así llegamos hasta unos butacones en piel a la par que preciosos beneficiosos para el cuerpo. Capaces de darte un masaje de nombre oriental en cuestión de segundos. En oferta promocional costaban 3400 euros, que no es nada para el que atesora mucho.

Me senté en uno de ellos y quizá perdí la conciencia durante 15 minutos (puede que más). En verdad decir que perdí la conciencia es exagerar, pues fui muy consciente de que cada botón de aquel mando mágico me llevaba a cotas aún más altas de relajación y placer. Por no hablar de aquellos momentos en que se le daba al sillón la instrucción de trabajar a la máxima potencia. Entonces yo mismo me convertía en un espantajo arrebatado a temblores bien evidentes incluso desde lejos.

Aquel sillón de bendito respaldo tenía tras sus costuras manos para amasar la espalda como hace el alfarero con vasijas de barro. Desde la nuca hasta los riñones. Le podías ordenar que subiera por la espalda o que se entretuviera más abajo. Es obvio que al respaldo se le podía dar además la inclinación que se deseara de manera que los tobillos quedaran a la altura del cuello. Además existían diversos programas y uno en particular que los mezclaba todos... hasta las pantorrillas podían estremecerse del temblor.

Cuando me levanté era un hombre nuevo. Perfectamente engrasado, capaz con toda seguridad de batir alguna plusmarca deportiva. Se podría decir que hasta dopado. Yo diría que al levantarme parecía más alto.

Lástima que no tenga ese sillón, ni un jacuzzi que completaría el tratamiento. Pero tengo otras cosas.