Las vueltas que da la vida. Ocurren cosas inesperadas, podemos jurarlo. Resulta que Jose María Aznar, expresidente de gobierno, se emplea ahora como monologuista en reuniones del PP o de la fundación esa que preside con mano diestra, es decir, mano derecha.
Hay un video en la red en la que se le ve realmente en su salsa, con el peluco que gasta ahora que está desmelenado y sin apenas bigote, debe ser que ya no alterna tanto con Bush como antaño (siempre tendrás un bigote cerca). En el video en cuestión se le ve muy suelto, logrando de la afición entregada casi aplausos y vítores al decir que no quiere que le digan que no puede ir a más de tanta velocidad, lo que imagino que significa que las señales de tráfico son una mala idea, que mejor dejar que cada uno vaya a la velocidad que le pida el cuerpo o permita el vehículo. Tampoco quiere que le digan que no puede tomar hamburguesas de tanto, que es comida muy del país, ni no se qué del vino. Está visto que Aznar quiere hacer lo que le dé la gana sin cortapisas. Que quiere meterle un bolígrafo en el escote a una periodista, lo hace y santas pascuas. Él es así, la alegría de la huerta.
Termina diciendo que no le gusta el lema de la DGT "No podemos conducir por ti". Que siempre que lo ve piensa: ¿Quién te ha dicho que quiera que conduzcas por mí?
Fuera de que sea un lema algo sospechoso de tratarnos como a menores de edad, la verdad es que viene a incidir en que conducir bien o mal depende en exclusiva de cada conductor, que no vendrá nadie detrás a reparar los errores que podamos cometer. Sin embargo a Aznar no le gusta porque todo aquello le da la impresión de estar siendo hurtado en su libertad, o al menos eso se trasluce. No quiere ser guiado como un niño en dirección ninguna. Pero él dijo mirando fijamente a la cámara, si lo creen, creo, creeréis, ya huele a zafarrancho:
-Pueden creerme que hay armas de destrucción masiva.
Y esperaba que la gente le creyera, y esperaba que la gente lo apoyara.
Lo malo para él es que no ocurrió ni lo uno ni lo otro. No había más pruebas que su mirada ante la cámara, sus ojos fijos, su peinado cabello negro y su bigote. Era su palabra, y un hombre vale lo que valga aquella. En aquellos tiempos guiar y ser guiados estaba mejor visto. Por eso quizá ahora es, alma de cántaro entre conferencias, una bala perdida y rebelde.
Tal vez si entonces hubiéramos tenido un anuncio que dijera:
"No podemos gobernar por ti", hoy no contaríamos los muertos en Irak por miles; y lo peor es que pasados los años, unos cuantos ya, y no parece que estemos en el camino de la paz.
Esta visto que al trío calavera no se les sacaron los colores suficiente. Tienen la conciencia limpia como una patena.
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