CARTA A UN ETARRA
Enemigo mío y de todos:
Hoy te escribo sentidas líneas, desde la incomprensión más profunda. Desde el dolor de haber visto correr tanta sangre. Harto de tanto dolor que nada resuelve, cansado de tantas bombas y tanta muerte . Hoy me dirijo a ti como vasco y como persona, para recordarte que no hay tiranía mayor de la que el quiere imponer su voluntad a los otros. Que la de aquel que se impone por la fuerza. Tú que empuñas el arma, y tienes el poder de decidir sobre la vida o la muerte de los otros, debieras preguntarte a dónde te dirigen. Tienes el alma llena de pólvora, cumples ordenes de sujetos a los que llamar enfermos sería dar excusas, y no te rebelas. Tú que eres dueño de tu propio destino, y que desearías una vida mejor que la que vives. Te hablan al oído patriotas, a los que les gusta el verde de los montes de Euskalherria, pero verde hay en Asturias y en Galicia... Hay verde en todo un mundo sin fronteras.
Ese que se arrima a tu lado y festeja tu carnicería no es un amigo tuyo. Teme que algún día, se tenga que enfrentar a ti. Porque puede ocurrir que no en todo penséis igual. Y entonces, el problema serás tú o él. Y en el desacuerdo entre balas ¿qué futuro os espera?
La verdad es que considero vuestras motivaciones lícitas, no entiendo que se criminalice a quien opina de tal o cual forma. Podríais defender vuestras ideas democráticamente, con el respaldo incuestionable de los votos. La política es una inmensidad.
Pero mientras no calléis las armas, mientras no reconozcáis razones en el otro, mientras no entendáis de tolerancia; yo quisiera no veros, no oíros, no saber nada de vosotros. Que os borrárais, no apareciérais, que os llevárais vuestra cara de asesino que se refugia de los espejos, al silencio, al mutismo.
Me engañasteis, aprovechasteis mi buena fe para mentir la realidad de aquella, mal llamada tregua, pues no era un avance hacia la paz, sino un coger carrera para ser más poderosos, esto es ser capaces de matar más. Llenar de más esquelas los periódicos y de más cenizas los mares, de ataúdes las iglesias, de dolor incurable a familias rotas.
Creí en vosotros, en vuestra tregua. Y matáis personas, ayer y hoy, que son de un partido u otro con o sin verdadera convicción, pues antes que políticos o policías son personas, que ante todo quieren seguir viviendo. Supongo que como vosotros.
No os comprendo, es imposible que pueda hacerlo, pues no resolvéis nada, los muertos pasan y se unen a los anteriores. Y vuestras vidas son un sin sentido, al dictado del que se resguarda y que es cobarde para matar pero os lo bisbisea En sus palmadas de animo os desprecia. Yo también.
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