Raúl Gonzalez Blanco es futbolista del Real Madrid y lo ha sido casi siempre. Subido al primer equipo cuando chaval, por un Valdano que tenía fe y sobre todo palabra.
Raúl jugó ayer con el Madrid el partido de despedida de la Liga de Campeones, y jugó el partido de despedida porque el Madrid no mereció otra cosa. Incapaz de trenzar una sola jugada, apático, al "tran, tran" de unas piernas muy pesadas y sin una idea de fútbol.
Se disuelve el Madrid deportivo de Florentino. Se disuelve en la desidia, en la falta de esfuerzo, en lo acomodado de un equipo de galácticos del que solamente quedan los sueldos estratosféricos.
Raúl tiene uno de esos sueldos. Lo tiene porque era "el aventajado de la clase", "el listo", "el primero de todos" según la prensa. Porque si algo es innegable es que Raúl ha logrado que una parte de la prensa lo defienda con uñas y dientes. Son "raulistas" como otros son incondicionales de otros futbolistas de otro tiempo. La diferencia entre los distintos casos se me antoja clara, y reside en el talento.
Raúl tiene muy buena prensa a pesar de que no desequilibrar en absoluto. Es incapaz de irse de ningún defensor, no sabe regatear, no sabe correr, no sabe pasar. Raúl es el ánimo y en otro tiempo, la lucha, es el olfato y la definición al modo de "cuchara".
Porque Raúl se ganó a la gente desde chaval cuando perseguía a los defensas y a los centrocampistas para robarles el balón. No importaba que pocas veces lo lograra, se movía tras ellos como sediento y con ello se metía al publico en el bolsillo. Más aún al del Madrid que se acostumbró a una total inoperancia de sus delanteros y medio-puntas. Él era distinto. Era y es lento, pero eso daba más mérito a sus intentonas.
Raúl debe rondar los 6 millones limpios de polvo y paja. Su sueldo mensual neto debe ser, así rápidamente en pesetas de las de antes, 83 millones. Y eso fuera de las primas. Nadie ganó tanto con tan poco.
Que los sueldos en el fútbol son disparatados lo conoce todo el mundo. Pero en el caso de Raúl a juzgar por sus prestaciones, es una quiebra mayor. En el Madrid lo nombraron buque insignia y a un jugador no le puede ocurrir nada mejor. Lo tratarán con generosidad y procurarán hacerlo parecer mejor de lo que es. Con Raúl ha pasado. Estoy seguro de que en Europa no se le tiene en tan alta estima. Les debe hacer gracia que pidamos para él un balón de oro. Tiene olfato y lleva en su trayectoria muchos goles, pero también muchos partidos como delantero. Y no es lo mismo jugar arriba que defender la portería.
Raúl se agota a sus 27 años. No está para lo que estaba. Ya no persigue a nadie, se ha acomodado, lo tiene todo y lo que no tiene no cree que lo vaya a conseguir. Mantiene olfato de cuando en cuando y aún marca alguna vez pese a ser fijo para todos los entrenadores. Es fijo pero sin aportar nada. A la conducta del Madrid le ha seguido la de la selección española. Es intocable aunque no rasque bola, aunque ni siquiera cree peligro. Aunque no desborde, no centre, no pase, no sea ni mucho menos un experto con la testa, no chute con precisión de cirujano. Es el inamovible a pesar de que desaparece y ni se le espera. A pesar de que en las grandes ocasiones falle.
Quizá ningún futbolista es capaz de todo eso, pero ayer Ibrahimovic demostró como juegan las estrellas. Y la pega es que para que juegue Raúl otros calientan banquillo. Un balón de oro como Owen, que pida oportunidades y en el fondo de su corazón no entiende como Raúl puede ir por delante.
Raúl es buque insignia, pero las rachas deben ser observadas, y los jugadores medidos con justicia. El Raúl de hace dos años no era un mal futbolista, pero estaba sobre dimensionado. Hoy sigue en su mismo puesto, aguardando gastar todas sus oportunidades. Feliz en un Madrid que se las da todas, que las tristezas en el fútbol duran poco.
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