No quieras ocultar que has pasado sin tropezar.
Duelo de gigantes - Antonio Vega
Enchufar en vena leche es mortal de necesidad. Lo del bebé de Madrid, el hijo de Dalila, la chiquilla a la que diagnosticarle gripe A no sirvió para salvarla ha sido, con perdón, una cagada en toda regla.
La verdad es que no quiero ponerme en la piel de la enfermera, auxiliar o quien fuera que cometió tan trágico error. El día parece normal y corriente, en su transcurrir cotidiano cuando uno no se fija, está hablando del tiempo, de los planes futuros, y no se da cuenta de qué es lo que tiene en las manos y donde lo pone.
Leo que la persona en cuestión estaba haciendo una labor para la que era nueva, aún más, que no era su labor sino de una compañera que salió para una urgencia. Pequeñas urgencias cotidianas de algunos grandes profesionales. Habría que saber si había urgencia en realidad, vida o muerte en otro lado, o se fue a hacer la compra en el supermercado, o fue a alquilar un vídeo al videoclub. Que la costumbre y los horarios del almuerzo provocan coincidencias muy malas. Pero la cuestión principal es que esta otra le debió decir que marchara sin mayor problema, que ya se ocupaba ella de atender al bebé. ¿Y lo sabía hacer o no tenía ni idea?
Lo sabía hacer a la perfección. Ni siquiera era difícil. Pero estamos en medio de este verano caluroso, de tirantes y alpargatas, con la cabeza en otra cosa.
Yo aún reconociendo la gravedad del caso, lo terrorífico que es, no puedo evitar ponerme en el lugar de esa persona que hoy está pasando los peores días de su vida. ¡Es tan fácil no fijarse en las cosas! ¡Es tan sencillo equivocarse!
Leo que pudiera ser condenada hasta a 4 años de prisión por homicidio involuntario. Que a Farruquito le cayeron dos por atropellar a aquel fulano, del que todos hemos olvidado el nombre salvo su familia y esposa. O quizá yo no lo haya olvidado. Benjamín Olalla se llamaba.
Así que si aquel gitano salió a los dos años tras a matar a un joven, al que había atropellado con su flamante BMW para el que no tenía carné. Que luego aceleró y se marchó quemando goma y saltando los semáforos en rojo. Que intentó encasquetarle el muerto al hermano cuando se vio cercado. Y todo porque con sus bailes espasmódicos era baluarte de su familia entera. El que llevaba el pan a la mesa, el pan y todo lo demás.
Nuestra justicia siempre haciendo justicia. Es ciega sorda y manca.
Si a Farruquito le encontraron a faltar de los escenarios nada más por dos años, para esta chica bastaría con darle trabajo en otra cosa.
Destino terrible. Hay días que no merecen ser vividos.
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