No me pidas que muera por ti.
¡Ay Carmela! - Joaquín Sabina
Puede que Soderling sea mi enemigo natural. Como los super-héroes yo también tengo derecho a tener un enemigo del alma, un enemigo íntimo.
Pasé la vida entera creyendo que era Aznar, y mira, ahora transcurrido el tiempo, si no lo pienso mucho, quizá hasta le haya perdonado. O tal vez no, probablemente no, pero ahora parece un enemigo menor, tan pequeño como Zaplana y Acebes, que son la tristísima trinidad que retrata los políticos a los que nos hemos acostumbrado. No es raro que siendo así cualquiera nos parezca bien, o al menos no tan malo.
Aznar es ahora solamente una caricatura, con los calcetos blancos y el pantalón subidito, hasta la tercera fila de abdominales, por lo menos. Y de Acebes y Zaplana ni hablamos, que a cada cual lo estará aguantando quien sea, para su bien, peor que ellos.
Pues no son éstos mis enemigos acérrimos, con los que quisiera verme las caras sin reglas ni leyes, armado a lo más con una raqueta de tenis o con un bate de béisbol por si el tenis no me alcanza para llevar a cabo las mil venganzas que merecen.
Mi enemigo es Robin Soderling, que está mucho más loco que cualquiera, pero ni siquiera se molesta en disimularlo. ¿Dónde se vio eso de taparse la cara con la toalla sudada en los interludios entre los juegos?
Mal arte, sin duda. Para pasar por enajenado, cuál juez decano que maltrata a su mujer, por juez raso, suplente, de ideas rasuradas que deja al propietario viviendo en la calle mientras los okupas les tiran las cosas a la calle. Como el político poco dado a gastar en putas su propio dinero en vez del público, porque en estas cosas, como en todas, mejor gastar lo que no es de uno. O qué diablos, lo que con el tiempo va a ser de uno también.
Habría dado este dinerito que ahorro, ganado con honradamente, con las dioptrías que administro en la pantalla, el que no gasto en la casa que no me atrevo a comprar, el mismo que va camino de volver a Hacienda, de una forma u otra todos los caminos nos llevan, ahora el 1% que me quieres, luego lo que te inventes para engrasar este circo...
... lo daría todo, la fuerza precaria de estos músculos dormidos para aumentar los de Nadal, que ha perdido su condición sobrehumana. Al que no le llega lo aprendido para jugar de tú a tú casi con ninguno de los principales. Mientras su tío mira los partidos sin saber muy bien cómo poner la gorra del hotel que le premia.
¿No viste que tienes tanto que mejorar? ¿No comprobaste ya que tú saque es el peor entre los 100 primeros de la ATP?
Quizá sea hora de cambiar algunas cosas.
Yo quisiera cambiar también, de chaqueta, apostar por el que la luce verde, por un ganador indiscutible aunque sea sólo por una vez en la vida. Que ser del Athletic es cansado y rara vez compensa. Apostar por Federer, que lleva la mustia elegancia del mejor de todos los tiempos.
Pero ocurre que como decía Camps respecto al Bigotes, lo mío con Nadal es muy bonito.
Cuando alguien me gana, será raro que me pierda.
Mi lealtad es a prueba de bombas.
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