Tal vez te alegre el corazón.
Me acordé de ti - Fito y los Fitipaldis
Sestea y un servidor nos fuimos ayer pal monte, como las cabras.
No hace falta que diga que de Anado me queda solamente el nombre, ahora soy más bien ex-Anado, porque yo no voy por la piscina casi nunca, o como decía el chiste sobre el fulano al que le preguntaban si había estado en Nueva York y el respondía que no se acordaba bien, no sabía si una vez o ninguna. Pues yo he ido a la piscina sí, pero de la última vez casi no me acuerdo (¿fui?).
Ayer nos fuimos al monte con un club montañista ¡con lo bien que te iría que fuera senderista nada más! Por el sendero y no abriendo nuevos caminos entre los peñascos.
Nos presentamos faltando unos minutos para las 8 que era la hora de la salida y ya pudimos ver a unos cuantos montañeros bastante más equipados que yo, que vestía deportivas (aquí playeros). Incluso pude distinguir con mis bifocales como en la pechera un par de ellos llevaba en nombrecillo: Club Peñasanta (los nuestros).
Al rato con más gente alrededor aparece el bus. Esperamos pacientemente a que alguien se nos acerque a saludar/preguntar o cualquier otra interacción social, pero no olvidemos que estamos en Asturias y esas cosas aquí son raras, así que somos nosotros los que preguntamos por alguien de la organización y nos señalan a un par de chavales a los que me acerco resueltamente para darles nuestros nombres y enseñarles el resguardo del ingreso bancario para la excursión del domingo. Le decimos al tipo que nos pusimos en contacto con él por Internet, por correo electrónico mientras le pongo el resguardo del ingreso bancario frente al careto, pero él no parece recordar, a lo que decimos que igual fue a otro, pero aclara que no, que debe ser él aunque no se acuerde, así pues más o menos aclarado que ambos, él y Sestea intercambiaron mails, él clarifica que es él que el lleva los manejos de la Internet. Yo le señalo el concepto del ingreso: Javi y Majo (salida 07/03) y el apueba con la cabeza. Luego saca una lista en la que no aparecemos y nos apunta a rotu al final de todos.
Total, todos parriba, el bus casi lleno y nos ponemos en marcha.
Llegamos en un rato y nos pusimos a subir media hora de hormigón. Yo la verdad es que estaba bien contento de encontrarme tan bien, y conste que me iba dosificando, pues la hoja que dieron arriba hablaba de una ruta de 30 kilómetros que era imposible que yo acabara, por lo que a Sestea ya le había señalado que aquella ambulancia en Arenas de Cabrales haría bien en seguirnos en plan coche escoba. Pero en ese momento todo era miel sobre hojuelas. En el grupo cabecero, oiga.
La cosa es que llevábamos un rato de ascenso, ya por agreste monte cuando oímos detrás nuestro a dos paisanos:
- Y el Peñasanta ¿qué hace hoy?
COMO QUE QUÉ HACE HOY EL PEÑASANTA!!! NO SOMOS NOSOTROS???
QUÉ ESTÁ PASANDO???
Imagina nuestras caras en mitad del monte, traídos por un bus de desconocidos, con un resguardo en el bolsillo de ingreso al Peñasanta y con gente que no sabemos de donde vienen ni casi a donde van.
Fue toda una aventura de la que prescindo dar más detalles, tal vez ponga una foto o dos (mi pelo escarchado bien lo merece), pero no me resistiré a contar que yo sentí unos pinchazos bastante considerables al terminar el ascenso en la rodilla izquierda hasta el punto de creer que no podría dar un paso más. Si el más leve giro me dolía...
Mira que hay que bajar, que lo que me falta es tener que llamar a un helicóptero en mi primera salida a la montaña...
De hecho la sangre no llegó al río alguien consiguió para mí un Neobrufen y su efecto placebo consiguió que me acostumbrara a un cierto dolor crónico que arrastré durante todo el descenso.
¡Pues no es poca cosa que subimos al Turbina! 1300 metros con unos desniveles del copón. Que había auténticas paredes. Más de 20 kilómetros de excursión en total para alguien que antes andaba 16 minutos diarios y que lo dejó en la mitad porque ahora lo llevaban la mitad del camino en coche.
No está hecho este volante para tanta dirección asistida!
Lo cierto es que tenía la rodilla inflamada y mi ocurrencia de pedir si alguien tenía una de sobra y de contar mis buenas sensaciones del principio consiguió que los compañeros se involucraran del todo y preguntaran cada poco qué tal andaba. A lo que yo respondía siempre que mejor (fuera verdad o no, al fin y al cabo había que bajar).
Así que al llegar por fin a Arriondas la niña (menudo motorcete tiene) y yo mismo volvimos a reunir al personal organizador pa ponerles de nuevo frente al resguardo del ingreso. Se caían de la risa con la historia de los polizones que querían ir con los Peñasanta y acabaron en otro bus, con otra gente (cosa que habríamos podido intuir si hubiéramos visto allí dos buses pese a que estos salieron con retraso). Quedamos en pagar la excursión esta mañana (ya está hecho) y nos volvimos a casa pa pegarnos un baño y coger la cama como dos angelitos.
Lo malo es que hoy la médico me dio una baja cuando fui a pedirle que me recetara alguna pomada porque tengo la rodilla como un saco de boxeo, con líquido dentro que al parecer se desplaza cuando alguien lo empuja desde fuera. Me aplicó un vendaje compresivo y me mando pa casa, aunque yo me quedé por el trabajo pa no dejarlos en cuadro.
Ahora tengo el pie en alto y así ha de estar hasta pasado mañana.
Sestea volverá esta tarde de la pintura con unos antiinflamatorios que me han de recuperar a marchas forzadas. Hay mucha falla que ver.
Tengo 35 años. No soy irrompible, por lo que se ve.
PD: Ni una palabra hoy de que le den el Oscar a "El secreto de sus ojos" y nosotros le diéramos el Goya a Celda 911. Sonará revanchista contra nuestros expertos en cine, pero mejor hoy no. Mañññaaaana.
PD2: Si no pongo las aberturas de los signos de exclamación e interrogación no es por snobismo ni por que escriba en spanghish. Es más sencillo, estoy casi a oscuras y la luz de la pantalla no me alcanza pa ver el teclado. No me acuerdo dónde están esas dichosas teclas. Tengo apaisada la pata chula y el portátil sobre las piernas. La pata estirada, como dice la médica.
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