domingo, 7 de noviembre de 2010

Asesino en el asilo

Rosa gris.

Rosa gris - Duncan Dhu



Hubo un funcionario, oficial por más señas que hacía las funciones de secretario judicial en un juzgado de paz (aclaro que el cargo de secretario es un cargo superior, pero es práctica habitual en juzgados de paz). Este señor tomó la determinación de firmar (papeleo que requiere su firma) solamente una vez a la semana, lo que significa que se trasladaba al juzgado solamente esa sola vez cada 7 días, quedando el resto del tiempo a su entera disposición para lo que fuera menester, exceptuando claro, trabajar. Se podría decir que vivía de vacaciones, o casi, pues una vez a la semana tenía que hacer la penosa tarea de desplazarse al pueblo donde tiene plaza a trabajar un poco. Y esta decisión, 4 días de trabajo al mes, que alguno calificará de poco profesional no le trajo problemas hasta que falleció, inoportunamente, un paisano del pueblo y hubo que esperar, no sé si del viernes, funesta muerte tan a destiempo, al lunes o martes en que firmados los papeles, lo pudieron enterrar. ¡Con lo bien que lo tienes montado y te lo vienen a joder! Con razón pensabas que ese Fulano te la tenía jurada, que muriendo entonces te está buscando las vueltas, en vez de morir en martes, como buen cristiano...

El juez de paz, que no es sino otro vecino del pueblo, este sí de visita diaria y lo que se tercie, estricto y trabajador, que sabe de derecho lo que ve en las películas, obró con buen criterio al hacer las gestiones oportunas para procurarle un expediente al Oficial venido a Secretario. Apoyado en todo momento por el juzgado, éste sí, de Primera Instancia e Instrucción de una localidad cercana. Pero a la hora de la verdad quedó todo en agua de borrajas y el expediente se archivó por falta de pruebas o porque quien decide es aún menos de trabajar que nuestro oficial pillado de novillos continuos casi todos los días de la semana. Así que para no ser examinado mejor no examinar. ¿Quén no echó un borrón? Y quien esté libre de culpa que tire la primera piedra...

Pero la historia de nuestro amante del trabajo no acaba aquí. Sería bueno, esta gente suele estar llamada a grades cosas. Liberado de cualquier reproche es lógico pensar que siguió haciendo su vida maravillosa hasta que decidió salir de la plaza en cuestión en busca de algo mejor. ¿Es posible algo mejor que eso? Siempre es posible.

En excedencia de Oficial vete a saber porque vericuetos del destino ha terminado siendo un cargo en la administración PARA EL CONTROL DE LOS HORARIOS DE LOS FUNCIONARIOS. ¿A qué esto no te lo esperabas? Él controla que los funcionarios de carrera cumplan con su cometido, con horas de entrada y de salida. Paradojas del destino, la vida es más audaz siempre que las películas, no hay guionista tan ingenioso, no hay ficción que supere lo que la realidad nos depara.

Yo creo que es como si pusieras de celador de un hospital o de un geriátrico a un asesino en serie. Alguien que mata siguiendo una pulsión desenfrenada. Pero además se lo pones fácil, que no haya que subir al Everest para empujar al otro abajo, basta con desconectar este cable de aquí, ese tubo de allá, este botón de encendido. Vamos a premiar a los que menos hagan por la audacia de sobrevivir y medrar haciendo tan poco. Algún mérito tiene, no lo vamos a negar.

Quién más y quién menos tenemos alguna experiencia de lo que es trabajar con gentes vagas, de las que miran para otro lado cuando hay cosas pendientes. Los malos profesionales son un cáncer en los trabajo, sobre todo porque con carácter general enervan a los que trabajan (es dinamita del buen ambiente). Y muchas veces ni a unos ni a otros les ocurre nada. No hay reacción ni a la acción ni a la no acción. No hay consecuencias. Ni a unos les irá mal ni a los otros bien. Los hay que juegan en la liga de las estrellas, donde todo es plácida falta de compromiso y los hay de los que se dejan las rodillas en la segunda división.

A este paisano trabajar tan poco le dio alas. Nada menos que controlar la puntualidad de los funcionarios. Quizá porque ya se las sabe todas, quizá porque quien es capaz de urdir planes para dar siempre lo mínimo es de los que viene cuando tu vas, que no te estás enterando. Uno más de los que está de vuelta, de los que sabe latín en todo lo que sea hacer chanchullos y salir airoso.

Es el asesino del asilo de ancianos. Del que menos te lo esperas.

Es el lobo al cuidado de las gallinas.

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