Andaba el otro día pensando en escribir sobre algo. Algo que se me metió en la cabeza y ahora no logro recordar. Ahora que tengo el teclado bajo los dedos, no me acuerdo.
Bueno, vuelvo a trabajar, que estoy echando tripa de tanta buena comida y tan poco disgusto. Será en el antiguo Mark & Spencer (hoy remozado Corte Inglés), en la sección de confección, para medirles la pernera, de cuclillas, a tipos con mucho más dinero que yo (jeje), y menos envidia de cosas materiales (ambiciona cosas de mayor calidad el que tiene que el que no).
Va a ser un lío, a mi que no me cuadran las cuentas casi nunca, el cambio de euros a pesetas, no me extrañaría que en el canje me aparecieran entra las manos billetes nuevos y relucientes de Monopoly.
El caso es que me pasearé hecho un traje, yo que siempre pensé que llevar traje antes de los cuarenta era ir disfrazado. Pero no me falta voluntad de hacer las cosas bien, y haré cuanto esté en mi mano para que se vendan mil trajes más caros que el mío (que es discreto aunque a mi medida). Uno quiere la estabilidad de un sueldo, y no negaré que me hace ilusión esa nueva labor. Podré darme los mismos caprichos que me doy ahora, pero mi cuenta volverá a ser un peaje de dos sentidos, que si bien a veces anda de rebajas, a final de mes tiene buenas noticias.