Nos introducimos en el lunes con mucho por contar. Podría hablar de las elecciones gallegas, del desastre Michelin en el Gran Premio de Estados Unidos...
Pero escribiré brevemente sobre el acontecimiento del fin de semana. El comunicado de la banda terrorista ETA al diario Gara en el que confirma su propósito de no matar más políticos electos. Todo el mundo coincidirá conmigo en que es una medida incompleta. Lo que se espera, se exige, se pide, es el abandono determinado de la violencia como vehículo para cualquier propósito. La disolución de una organización que no tiene sentido ni fundamento. El fin de una tiranía de terror e imposición.
Sin embargo yo he de reconocer mi perplejidad ante comentarios del tenor de los expresados por Angel Acebes. Dice que esa medida proviene de una banda terrorista envalentonada y que escenifica la derrota de Zapatero y su política antiterrorista.
Yo que me quejo de mi falta de inteligencia todos los días, no puedo entender esa distorsión. En su guerra contra el PSOE en el que todo vale el Partido Popular acusa al gobierno de una decisión, la de la banda terrorista, que en otro tiempo habría sido acogida con gran entusiasmo. No hablo de tiempos inmemoriales, sino de hace bien poco, cuando Aznar gobernaba con un oído en la calle, igual que hace su partido ahora desde la oposición. Para Acebes en su rol de hombre fuerte la noticia es poco menos que una decisión intolerable. A estas horas esos distingos no son bienvenidos. Yo como él hubiera querido que nadie hubiera muerto nunca por los fundamentalismos de unos pocos, pero no solamente aquí, también en Irak donde intereses bastardos han llenado las ciudades de cadáveres, y lo siguen haciendo cada día. Mi reacción fue diferente, quizá porque yo me parezco más a los caídos que el mismo Acebes, él viaja en coche blindado y rodeado de guardaespaldas, pero esta noticia a otros concejales de menor importancia mediática les hubiera salvado la vida. Por dar un ejemplo, que aún duele, desde las 21:00 horas del sábado el secuestro de Miguel Angel Blanco y posterior asesinato sería imposible. Hoy podría pasear por la calle y seguir tocando en su grupo de música. Todos esos nombres anónimos que no leemos en las papeletas de cada votación, los que acompañan a los líderes por la senda de la política, pueden sentirse más seguros. Tener menos miedo en un mundo terrorífico.
Tengo la esperanza de ver el fin de la violencia. Que este sea nada más un primer paso, acertado y sintomático de que otros se darán. Celebro tener la sensación de que la paz es posible.
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