Vengo nada más para un minuto. La cama me dice como le decía a mi amigo Borja en las noches lejanas en que queríamos llevarlo de fiesta, VEN, VEN, VEN.
Pero tengo que contar mi encuentro de hoy con una paloma. Yo volvía de la piscina y en mi misma acera me encuentro de sopetón con ella. Esto no tiene nada de extraordinario sino fuera porque el animalito pareció sorprenderse al darse de bruces conmigo pues puedo jurar que me pareció que daba un paso atrás, como cuando te encuentras con alguien que no esperaras (o alguien se aproximó demasiado). Y es un gesto muy llamativo, lo es en una paloma porque tiene las patitas tan cortas... por no hablar de algo en lo que seguro que la gente no había reparado, todo el mundo piensa que las palomas solamente avanzan hacia delante, avanzan picando el suelo pero siempre como el burro tras la zanahoria que cuelga desde su cabeza. Pues no, esta paloma, super-paloma si queréis dio un pasito p'alante, María, y otro pasito p'atrás.
Igual es la misma que me encontré hace unos días cruzando una calzada muy transitada, la muy deportiva viendo que se le echaba literalmente encima un coche en vez de despegar un vuelo se puso a mover las patitas más rápido para acabar de cruzar hasta la acera. Saltito y seguir paseando entre transeúntes demasiado absortos para mirar palomas. Para qué volar si se puede llegar andando.
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