jueves, 25 de diciembre de 2008

Venciendo virus

Como si hubiera donde hacerse fuerte.

Como un dolor de muelas - Joaquín Sabina



A nadie más que a mí se le ocurriría coger vacaciones para ponerse enfermo. Tres años, oiga, tres años sin faltar un sólo día al trabajo, incluso con atropello dominguero de por medio, coche contra Anado, Anado por los suelos.

Pero vuelvo a Valencia y casi recién llegado ya estoy sintiendo frío. ¡Qué poco apropiada esa chaqueta de punto para ver una competición de mis sobrinos en una piscina climatizada! Pero es que mostrar la camisa interior habría sido peor.

¡Qué en esta casa lo tenemos todo abierto! ¡Vaya ventolera, vaya frío!

Y no eran imaginaciones mías.

Así que con este, en que he amanecido en la frontera de la fiebre, viniendo de los 39 grados de ayer, y los 38,5 de la mañana, y de los 38 y pico del día anterior, me digo que la lotería no me ha hecho millonario más que en gripe. Premio a pedradas, dos días en cama son suficiente. ¿O cuántos van a ser?

Y yo que soy de naturaleza rocosa y guerrero como el que más temo que necesitaba más ayuda que la que la Couldina era capaz de prestarme, pese a su entusiasmo efervescente. Y ayer le metí mano con un Nolotil acompañado de un Termalgin, que parece una alianza formidable a unir a débiles defensas construidas de congelados y pizzas. Además nos lo dijo la médico de arriba.

Así que así, acompañado por la química espero vencer más pronto que tarde. Vuelvo a sentir calor y me doy cuenta de que mi frente está perlada de sudor.

Pero mañana a las 6:40 de la mañana me voy a Barcelona.

Igual llego hecho una momia. Y me tienen que llevar a ver el Gaudí en la carretilla en que llevaban a Hanibal Lecter para que no mordiera a nadie. Pero hay dos verdades absolutas. Las vacaciones no son para enfermar, ni qué diablos, tampoco están ahí para recuperarse.


Atiende, bastante tiempo se ha perdido ya.

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