domingo, 24 de julio de 2022

Casado se ha quemado en la guerra con la otra, a la que despreciaba por simplona y que sin embargo era guapa. Y carismática. Él también lo era pero escogió el bando de aquel otro, que ya he olvidado, que era un mafias tan arrogante que no había quién lo tragara, para salir al final ambos escaldados, y parece que enemigos de los de echarse la culpa mutuamente, cuando es de los dos. 

De la roja que también menciono solo decir que en el texto va el último pensamiento que tuve por ella. Vivo la nostalgia del mundial como de un sueño perdido que nunca ocurrió y me parece mentira que fuéramos tan buenos en algo, aunque ese algo ya no me interesa.

Respecto a Pablo nada más decir que es noble, que tiene el corazón de oro, que es principio y final de todas las cosas, la razón última de querer ser feliz por hacerlo feliz a él.

Es un amor todos los días. Pero en los días mejores me pregunta si le voy a dar la medalla de oro, que es un algo simbólico que significa que hizo un día de 10. Y si le digo que si, que no es cosa de todos los días, se sonríe porque le gusta sentir que su papá está tan orgulloso de él. Por mucho que ese algo no sea nada, ni siquiera una chapa que atar al pecho, y mucho menos que los muñequitos Superthing que tanto le gustan. Me dice si hoy le voy a dar la medalla de oro y me escucha hacer balance. Unos días nos sale que sí. Otros no.

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