Parece ser que a lo largo de la semana, quizá por no tener noticias deportivas que dar, por haberlas dado ya sin dosificar los tiempos del programa, o simplemente por reírse un rato, los componentes del programa "El tirachinas" resolvieron llamar a Reyes para engañarlo.
Le hicieron creer que al otro lado estaba Emilio Butragueño trasladándole el interés del Madrid por incorporarlo. Y el chaval, que no es muy feliz últimamente, aún cuando cuenta un sueldo millonario y su trabajo es sencillamente un juego, picó. Creyó que aquel imitador era efectivamente Butragueño y le dijo que le encantaría ir al Madrid, y que así ha pensado siempre.
Vivimos un mundo en el que uno ya no se puede fiar de casi nada, no te puedes fiar de tu vista, que te hizo pensar que tu pareja sonreía a pesar de vuestra última discusión y ella solamente disimulaba ante tus padres, no te puedes fiar de tu oído, entiendes las cosas que se te dicen a menudo distintas a como las dijeron en realidad. Las haces distintas y te reprochan luego.
Pero es que también estamos expuestos al engaño, la voluntad de algunos por mentir y manipular. La gente del programa deportivo está dispuesto a cualquier cosa por acrecentar la audiencia o mantener al menos la que consiguieron con otras verdades y mentiras. Visten el engaño de broma a pesar de que están poniendo al chaval en una posición difícil con respecto a quien le paga actualmente.
Él habrá sacado enseñanzas de la experiencia, no se volverá a fiar de una voz al otro lado del teléfono y será más cauto en las respuestas. Lógicamente y como consecuencia tendría que negarse a contestar a ese medio hasta en los casos en que no impostara la voz, y ni el medio se perdería nada, ni él perdería tiempo.
Porque a una mayoría de los que nos gusta el fútbol nos encontramos saturados de tópicos de fútbol que aprenden los chavales, en las ciudades deportivas a la vez que aprenden a chutar. Después, convertidos en futbolistas profesionales juegan un partido en el campo y otro tras la ducha, ante los medios. Rara vez nos interesan sus comentarios, siempre son los mismos, intercambiables de un jugador a otro y de una temporada a cualquier otra.
Se sientan como pasmarotes ante los micrófonos y recitan de carrerilla las frases hechas que aprendieron, propicias a cualquier partido y situación.
No se les debe pedir que además de ser buenos con el balón sean unos oradores excelentes, no se les paga para eso. No dicen apenas nada y sin embargo se apilan micrófonos en directo y grabadoras para escrutinio posterior. Y ellos responden allí, como fenómenos mediáticos convertidos en muñecas de niña. Como aquellas "peponas" que tienen grabadas cinco peticiones fisiológicas a la aspirante a madre. Y dicen piedra, papel o tijera.
Quizá por eso, para extraer noticias de mayor calado algunos se creen con derecho a engañar. Para extraer piedras preciosas de gargantas acostumbradas a repetirse ante los medios.
Decía Arsene Wenger, técnico del Arsenal, sin innovar demasiado, que debe hacerse fuerte o no será feliz. Que todos hemos tenido 21 años. Es cierto, y a todos nos han engañado alguna vez. Alguna vez nos prometieron más de lo que nos dieron finalmente. Este no es el caso de Reyes, porque aún engañado es muy afortunado. A él le engañan los de la COPE por lograr palabras reveladoras. Multimillonario disconforme en el fondo de su situación, le han robado la confianza, es un niño mimado de nuestra sociedad como tantos otros, tratado como un rey por jugar al fútbol.
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