sábado, 12 de diciembre de 2009

Athletic - Valencia

En medio de ningún sitio.

Lisa y Fran - Revolver



La semana pasada estuvimos en Bilbao. Por el puente.

Estuvimos rondando San Mamés dos días pero no pudimos comprar entradas, las localidades estaban agotadas para la visita del Valencia (la vida es pura paradoja). Entonces nos cruzamos, y lo haríamos más veces, con la peña del Athletic de Minglanilla, fíjate que lejos, de un pueblo perdido en la provincia de Cuenca. Allí estaban haciendo ruido y paseando por los aledaños del campo, por el casco antiguo. Lo curioso es que el día del partido nos los volvimos a encontrar, y nos tratamos como viejos conocidos. Al enterarse de que no teníamos entradas nos dijeron que a mediodía sabrían si les iba a sobrar alguna.

Lo cierto es que no les debieron sobrar porque no nos llamaron. Más tarde estuvimos de nuevo por la zona, a la hora del partido, para que yo pudiera comprar una mochila para mi sobrino, y luego buscamos un sitio donde poderlo ver por la tele, cualquiera sirve por allí cerca. Pero como quiera que la calle Licenciado Pozas no es tanto como cuentan, acabamos por marchar hasta el hotel para poderlo ver cómodamente sentados ante una pantalla de plasma.

Y allí ocurrió lo inaudito. Aunque quizá no tanto, si uno lo piensa bien.

Me vi ante la tele rodeado de un grupo de aficionados del Valencia, como me ocurrió toda la vida, cuántos partidos con mis amigos del Pere, yo sólo en franca minoría, claro que esta vez me ocurría en Bilbao y mi sudadera del Athletic volvía a parecer extranjera, esta vez en su propia casa.

Otra vez en silencio como si estuviera en las gradas de Mestalla.

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