martes, 15 de diciembre de 2009

No soy nadie

Con la paciencia que se acaba.

Buscando visa para un sueño - Juan Luis Guerra



La verdad es que estoy pensando en unirme al grupo de Facebook de apoyo al tal Tartaglia. Que vale, que dicen algunos que está tarado, que estuvo en un psiquiatrico y que dejó de tomar la medicación, pero nadie negará que si había que acertarle a alguien con una figurita de alabastro, ese era sin duda, Silvio Berlusconi.

Yo hubiera podido ser italiano, no me habría importado nada. De hecho en una fugaz visita a Florencia sugerí que nos quedáramos a vivir allí. Yo en un puesto de helados y ella en algún puesto de atención al turista donde no podría más que hablar castellano.

Menudos dos fichajes.


Pero no me quedé pese a simpatizar, por lo general y a excepción de la azzurra con los italianos. Sin embargo es un misterio irresoluble como se dio el caso de que terminaron haciendo presidente del gobierno al menos idóneo de todos. El mero hecho de que controlara las televisiones y fuera multimillonario hubiera tenido que bastar para descartarlo. Es lo sensato, pero lo votaron y salió, el mama-chicho.

Luego han venido sus salidas de tono, que son tantas y tan aburridas de contar que no voy a empezar por ninguna. Deslizaré nada más que este fulano es más impresentable que nuestros políticos, que ya es decir bastante.

Ayer el paisano Tartaglia le acierta con una figura de alabastro que estalló en mil pedazos al chocar con la mandíbula de androide de Berlusconi, como si fuera un cohete que se desintegra antes de alcanzar el sol. Y Berlusconi se duele al principio, pero luego se recupera para la tele, se sube en la chepa de alguien y posa para los fotógrafos como buscando al agresor con los ojos, pero es mentira, solamente busca los flashes.

Es un momento histórico y ha de parecer torero. Le han agredido y allí está, con la cara cubierta de sangre con segundas intenciones. Que nos caiga a plomo en todos los telediarios su apariencia dolida pero digna de sujeto que no entiende que lo odien tanto, tantos. Y lo consigue, puesto que vamos a tener Berlusconi para rato.

Mientras detienen a Tartaglia que acierta a decir lo que habríamos dicho cualquiera en un día de lo más inspirado. Yo no he sido. No soy nadie.

Es nada más la mano que tira la piedra. Pero esa piedra se la hubiéramos arrojado muchos otros, puede que no literalmente, pero sí de otras maneras. Tartaglia es brazo ejecutor nada más. Puede que de aquellos a los que la tolerancia se les vuelve insoportable.

Definitivamente Berlusconi estuvo listo. La cosa no es para preocuparse. Se le han roto un par de dientes sí, pero ahora es una figura aún más planetaria, habrá un antes y después del incidente en Italia, lo habrá en su propia vida que le permitirá subir a pedestales aún más altos, y todo logrado con algo que para otro habría sido entrar por la puerta del hospital para salir en sentido contrario a los 20 minutos. Él requiere hospitalización sincera, dos días internado por los dientes de Berlusconi rotos.

Y lo mejor está por venir.

La reconstrucción facial en el quirófano y el nuevo tratamiento antiarrugas. Nada que no pueda pagar el dinero. ¿Y la fama? ¿También se paga?


Rico e influyente por mor de sus cualidades, las que sean. Poderoso por gracia del querer de los italianos, pero festerete en taparrabos...

...viejo, viejo, viejo por culpa del tiempo.

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