Supongo, y espero que no sea mucho suponer, que el resto del mundo no funciona como funciona mi país. Aunque decir que funciona es mucho decir.
El hombre es un ser muy dado a las calamidades y a los errores. Filosofando un poco podría decirse creado para vivir más cercano al fracaso que al éxito. Pues el éxito es lo pretendido desde la ilusión, y cuando se logra se reviste de una aureola de normalidad, después de todo no es más que lo esperable, lo esperado.
Sin embargo multitud de empresas se quedan a medias, o no salen como se pretende. De manera que hasta el individuo más afortunado convive forzosamente, de la cuchara a la boca, con el fracaso. Individual y silencioso a veces. El fracaso personal y mudo es menos fracaso. Los espectadores lo hacen más drama. Si fracasas al no llegar al metro, si no te salió bien lo que era tan fácil, mejor mantén la boca cerrada.
Yo quiero el éxito. Inevitablemente, es una pretensión lícita, aunque a veces me de risa el dinero de esos cuantos, que les da para aviones y portátiles de lujo. Esos tan ricos, con el porte del éxito, y sin embargo aullando de miedo en la noche, aferrados al dinero y al éxito, adictos todos ellos a la vida que llevan, y a la que acudirá la muerte, dama nocturna del día por venir, que no entiende de salas de espera.
Mi país se tambalea por sus resortes, que poco tienen que ver con la justicia. Aunque los apelliden así.
Un chico ha sido arrestado por hacerse con una moneda de 100 pesetas (medio dólar carajo), de una cabina telefónica. Ni siquiera está probado que lo hiciera con violencia inusitada. Pudiera ser que la cogiera al caer por el cuello de la cabina, previo suave empujón del pulsador. Pero esa moneda no le correspondía. No era suya. Si introduces 25 pesetas, y caen 100, ten por seguro que no es magia. Y que si la coges, ni se te ocurra, estarás a un paso de pisar la cárcel. Así fue, se le impuso una multa de 6000 pesetas, y por no poder pagarla, se le metió en una de nuestras modernas y apacibles cárceles, por un periodo de 15 días.
Poco más o menos el tiempo que pasó la cúpula socialista (unos tres meses), los señores Barrionuevo y Vera, uno de ellos ex ministro de interior, en presidio. Ambos por malversación de fondos públicos, de una cantidad supongo mayor que 100 pesetas, y secuestro. Y es que sus cabecitas pensantes, decidieron andar secuestrando. Que no es que esté muy bien visto, ni hecho, pero que no moja a quien más mandaba. Diputados y señores recibieron abrazos en la puerta de la cárcel por todo el PSOE. Y hoy, cuando la condena ha sido ratificada por el tribunal de tribunales, el Constitucional, ellos a pescar pescaditos en el río de la vida. Gorra en ristre y solecito bueno.
Una niña de trece años fue violada pistola en mano, por un fantoche de paisano, pero con una placa policial en el bolsillo. Y con otra cosa en los pantalones. Por poco tiempo. El caso es que se la sacó junto a la pistola, y la conminó con la educación que se supone en esta situación a mantener relaciones. Pues bien, esté sujeto ha sido detenido y se ha declarado probado su participación sexual. Pero señores, como resulta que la chiquilla en sus trece años, no era ajena a eso de la sexualidad, pues oye, que no es para tanto, así que se le atenúa la pena, y sanseacabó. Cosas más graves se ven. Malditos atascos.
Dicho lo dicho, en la tele Gran Hermano.