lunes, 4 de junio de 2001

4/06/01 21:34

Hay cosas casi imposibles. No digo que hay cosas imposibles, eso lo sabe todo el mundo. Es tan obvio, que poner ejemplos, me haría pasar por estúpido. Y la verdad es que no me importaría pasar por estúpido a veces si eso me ahorra problemas. La mayoría de los estúpidos sorprenden. Y todos sin excepción son más sorprendentes que los geniecillos, ¡qué listo me salió el niño! Clavado a mí. Pues de la persona inteligente se aguarda una rápida solución los enigmas, y la solución por esperada, deja de ser sorprendente. Sin embargo, ay del tonto que defrauda muchas veces, que esquiva esperanzas distintas al fracaso, pues más tarde o más temprano, te dejará con un palmo de narices. Ya sea por una rara habilidad, desconocida, o por el encanto de la estupidez, que tiende a parecer menos peligrosa y más digna de confianza, de manera que...

¡vaya sorpresa!

el estúpido me tomó el pelo como a un enano, o mejor dicho, como a un estúpido. Y yo que pensé que el estúpido era él. (De hecho él también lo era)

No hay quien no tenga una dosis de estupidez. Nadie que se aferre a una idea, sin discusión. Nadie en este mundo de locos, es ajeno a la estupidez, ahora bien, es cierto que mejor ser estúpido en pequeño grado. No ser un gran estúpido (afamado estúpido tiene sus ventajas), mejor ser un estúpido mediano, pero auto consciente de la propia estupidez. Conocedor profundo de miserias propias.



Hay cosas casi imposibles. Por ejemplo, que yo mejore mi caligrafía, tengo una letra terrible. Una amiga la llamaba letruja. "Menuda letruja". La arrastro por el papel cada vez que tengo que escribir. Hay cosas casi imposibles...

Por ejemplo, cumplir todos los sueños. Así se cumpla alguno. Uno no más...