Hablaba el otro día con mi cuñado para felicitar que ya cumplió los 43 y ya se sabe, una cosa lleva a otra para terminar filosofando acerca de lo rápido que se va la vida, como dice la canción "Pasa la vida", pasa sin que uno se de cuenta. Al principio los años parecen demasiado largos, casi cansinos, más tarde transcurren tan aprisa que parecen un plazo no vivido.
Yo le conté que se me hizo duro cumplir los 30, y para mantener que fuera así le daba razones sin fuste, como aquella de que adentrarse en esa década es cumplir una edad sin retorno. Y siendo verdad es la mayor de las tonterías porque todas los años cumplidos lo son. Se me hizo notorio llegar a los 30 simplemente porque sí, sin más. El pasadizo de los 20 a los 30 está salpicado de murales muy hermosos. Y no tendré memoria para recordarlo todo. No hay razones que expliquen lo que nos resulta fácil, ni las hay para lo que es subjetivamente dificultoso. Simplemente depende de cada uno.
El me contaba con cierta gracia que es mucho peor alcanzar los 40 (alcanzarlos no es malo, al contrario, sería peor no alcanzarlos :D), porque pasas de ser un treintañero a un cuarentón. Y es verdad el treintañero mantiene ese cariz adolescente, quizá porque la ñ es letra adolescente, tan poco preparada para asaltar otras lenguas, es treintañero aún quien se imagina haciendo las tonterías que yo hago cada día, mientras que llegar a cuarentón tiene, en el propio término, el gesto adusto del marido que espera impaciente, debajo de las escaleras, el tiempo que la esposa tardará en maquillarse para ir al teatro.
Tiene razón que entrar en los 40 es peor que entrar en los 30. Pero es peaje por el que pasan los más afortunados.
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