Sacos llenos de agujeros.
Abrazado a la tristeza - Fito y los fitipaldis.
Serán Reyes Magos, no voy a decir que no. Pero no son muy listos, que estoy ya empadronado y no han encontrado mi casa. Yo creo que, una de dos, o llevaban un listado antiguo y me saltaron, quizá por no ver las luces encendidas, o no dieron con la entrada del portal, que está por detrás. Y es que mi fachada, y no hablo solamente del edificio, es de quedarse embobado. Yo considero que mi edificio es el segundo más bonito del pueblo, claro que luego la casa desmerece. Tendrá parqué casi hasta en el baño, pero está muy mal distribuida, que hay las puertas abiertas se solapan unas con otras y uno termina haciéndose un lío y prefiriendo por tanto, quedarse quietecito.
El caso es que yo no tengo nada de reyes. Porque no creo que lo hayan escondido por jugar. Bastante labor tienen hoy para andarse en esos pasatiempos. Porque no puede ser que me hayan considerado malo, no porque sea imposible que lo haya sido, sino porque tendría que haber encontrado carbón, al menos. Yo creo, y lo digo con la mano en el corazón que he sido bastante bueno. No muy listo, pero bastante bueno que es a lo más que podemos aspirar los no muy listos.
Puede ser que al llegar a mi casa se encontraran con que no había nada en la saca de regalos. Que ya no les quedaba nada que dejarme, así que al no encontrar leche con galletas decidieron no hacer ni siquiera el friegue pendiente. O puede ser que el problema venga de que no escribí carta de los Reyes Magos. Y ni siquiera tengo la disculpa de haber escrito aquí alguna otra cosa. La verdad es que con lo caprichoso que soy, que poco caprichoso he estado en los últimos tiempos. Miraron en el fondo de mi mente para ver que lo que yo quiero no cabe en un saco de regalos, aunque sean tan magos.
Yo creo que alguien les ha enganchado el saco y han ido dejando un reguero de caramelos por la calle. A esas horas y agotados vieron el agujero y lo dieron por bueno. Que son muy mayores y ya son muchos años. A costa de lo que me toca, que no sé qué podía ser.
La infancia es la mejor de las patrias.
Por resarcirme estoy convencido de ir de rebajas el finde próximo. Tengo una tarjeta con la banda intacta. Y está pulsando por salir de la cartera, me dice al oído que para eso trabajo.
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