¿Qué hay de malo en perseguir los sueños?
Realidad o sueño - Jarabe de Palo
Vengo de visitar a Sonia en su blog. Ya se dio el caso de que una entrada mía motivaba en ella un artículo nuevo y distinto. Dos personas para dos formas de ver las cosas. Ya viví algo parecido con mi añorado Mercuzzo, aunque entonces entre los dos se establecía una sana competencia literaria, de la que él solía salir vencedor y yo vencido. Él era mucho más metódico y probablemente más talentoso, aunque según él yo tenía la rara habilidad de rozar la sensibilidad como si las palabras fueran capaces de ir desnudando a la persona. Pero esto debió darse rara vez y fue siempre sin querer.
Hoy soy yo el que me traigo retenido apenas un artículo de Sonia sobre "el blog carnívoro". Un blog que hay que alimentar para que sobreviva por encima incluso de la vida del autor. Vive la vida solamente para contarla.
En mi opinión sus temores son infundados. Yo no puedo hablar por otros, solamente por mí, y yo me sentí escritor desde muy joven. Y de aquel escritor hoy quedan nada más un puñado de relatos, un premio sin uso y este blog. Es toda mi herencia.
Nada en comparación con lo especial que me hizo sentir a veces. Nada ante las magníficas oportunidades que me brindó, en su mayoría en forma de desconocidos que se hicieron imprescindibles. Cegados por intentar ser sublimes sin interrupción. Pensar en imposibles es una forma de acercar su consecución. De volverlos de carne y hueso. La meta no parece tan lejos. Y al menos en una sola línea logramos serlo. Algunos de ellos incluso con más frecuencia.
La verdad es que me siento como dijo mi amiga Gaddira el día en que recogía y apagaba las luces de su blog, no sé vivir sin escribirme.
Tal vez yo sea de esos. Fagocitado por mi deseo de sentirme escritor. De recordarme escritor. Porque así tendré presente que alguna vez yo también me levanté de la cama porque la cabeza hervía con personajes y relatos. Sabiendo además que al día siguiente la historia no se escribiría del mismo modo. Que era entonces o nunca. Soy una persona consumida por el autor de este blog de tantos años. Me he dejado aquí mucho de lo que soy.
He sido devorado por el espejo.
Escribir un blog es escribir un poco para los otros. Lo privado, se quedó en las libretas de tapa gorda a modo de diario de mi niñez. Allí están todas aquellas cosas sin importancia, asidas al gusanillo de una libreta. Y ahora parecidas cosas quedan para mí. Es lo que pienso y callo.
Después de todo, ¿cuánto importa que te visiten?
Sonia habla de dejar de escribir el blog algún día, para que no se convierta en una forma de esclavitud. Al fin y al cabo dice que es un juego y de todos los juegos uno termina cansando. Puede que yo también deje de escribir.
Pero me temo que sea el mismo día en que me muera. O quizá la víspera.
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